LA CUESTA LA REBOLLÁ Y LAS CURVAS DEL PADRÚN EN LA CARRETERA DE CASTILLA (MIERES, ASTURIAS) EL EXILIO DEL REY CASTO EN ABLAÑA, LA TRAGEDIA DEL POZU NICOLASA, EL HOSPITAL DE COPIÁN Y EL CASTILLO DE AGUILAR. CAMINO DE SAN SALVADOR (23)

La Cuesta La Rebollá, saliendo de Mieres hacia El Padrún


Sale el Camino de San Salvador de Mieres del Camín y lo hace por La Peña, donde comienza la subida por la famosa Cuesta la Rebollá, el ascenso por la carretera AS-375, la histórica Carretera de Castilla de la que tanto hemos hablado en estas entradas de blog. Ya a mediados del siglo XVIII, centuria de la Ilustración, había quedando patente que las comunicaciones de Asturias con la meseta resultaban deficientes y había que hacer, como en general en todo el país, una red de carreteras para el tránsito de grandes carros, carruajes y diligencias. Nacía así el proyecto de la Carretera de Castilla, cuyas obras se inician en 1771, reinando Carlos III, destinándose para ello 700.000 reales gracias en buena parte al impuesto de la sal en Asturias y León, estando a cargo del arquitecto de caminos Marcos de Vierna. Cuando empezaron los trabajos, el cabildo de la catedral ovetense no quiso aportar lo que le correspondía, lo que le valió una reprimenda del regente Isidoro Gil de Jaz en un informe en el que manifestaba que el clero en España no estaba exento de participar en el bien común


Este proyecto se basaba aprovechar los pasos naturales directos entre el centro de Asturias y León por los altos del Padrún hacia el valle del Río Grande (Caudal) y el puerto de Payares, continuidad por la vertiente leonesa con el Bernesga. Existían otros numerosos pasos, algunos incluso más fáciles, como los puertos de Ventana y La Mesa, pero diversas circunstancias, sobre todo el acceso más recto hacia la costa y área central, que estaba empezando a configurarse como la de mayores posibilidades industriales y comerciales, hicieron que se escogiese esta ruta que, insistimos, se basaba en caminos mucho más antiguos


Desde tiempos prehistóricos se trataba de uno de los importantes pasos naturales, este del Bernesga- Payares-valle del Caudal, a través de la cordillera. Los plegamientos del cuaternario y la marca de los glaciares así los dibujó y, cuando se fueron los hielos, las manadas de herbívoros subían en verano a los nuevos pastos, seguidos de los carnívoros, sus depredadores y luego, entre ellos, los primeros seres humanos, que también los cazaron pero luego los domesticaron, naciendo la trashumancia, si bien otros se asentaban en poblados y entre unos y otros nacería también el comercio y la arriería. Y así sería durante milenios en los que fueron entrando gentes y culturas, a veces en son de paz y otras no. Los pobladores neolíticos y megalíticos, civilizaciones pastoriles, honraron en estas alturas a sus antecesores en campos de túmulos y dólmenes, los indoeuropeos, entre ellos los celtas, se fortificaron en poblados, los ástures resistieron a los romanos y estos encauzaron estos pasos, rutas de invasión, empedrándolos como vías y calzadas que así permanecieron durante la Edad Media y más allá, pues aún en 1501 el noble flamenco Antonio de Lalaing, acompañante de Felipe el Hermoso. manifestó por escrito su sorpresa al pasar por aquí, sin duda un contraste con la llanísima tierra de Flandes


Seguía Antonio de Lalaing el Camino del Salvador o de San Salvador, ruta de peregrinos que, enterados en León de las virtudes de las Reliquias de la catedral ovetense de San Salvador, atribuidas a Cristo, la Virgen María, santos, apóstoles y profetas, volvían su mirada al norte, a los más antiguos caminos de peregrinación de la cornisa cantábrica, los empleados por los primeros romeros cuando se descubrió el que se tiene por sepulcro de Santiago en Compostela y la meseta estaba, o bien en territorio hostil, o bien poco protegido para los normalmente indefensos peregrinos


Es en ese siglo XVI se atribuye, por parte del historiador Tirso de Avilés, al obispo Diego de Muros el haber sufragado una calzada entre las capitales asturiana y leonesa, pero parece ser que es una historia sin fundamento, al decir de los actuales investigadores. No sería pues hasta la época dieciochesca cuando se iniciase de veras la nueva Carretera de Castilla, no exenta de problemas en su ejecución. Así, tras Marcos de Vierna, las labores continuarían con Manuel del Palacio y luego Jacinto Abella Fuertes y el mismo Gaspar Melchor de Jovellanos, quien estaría muy pendiente de las obras y conseguiría nuevas partidas para ella en Madrid, ya a finales de esa centuria. Jovellanos se lamentaría de lo lento de la administración cuando, en sus Cartas del viaje de Asturias o  Cartas a Ponz escribe:
"Y es posible, dirá usted, que una obra de tanta importancia se mire con tanto descuido? Sí, amigo mío; van a cumplir diez años que nada se adelanta en ella; pero su asombro de usted será harto mayor cuando sepa que las dudas, que los recursos, que los enredos y los chismes de los mismos naturales interesados en la conclusión de esta empresa, han opuesto los mayores obstáculos a su continuación."

Empezando el siglo XIX la carretera estaba casi acabada, pero la invasión napoleónica, y los siguientes avatares políticos y bélicos de España retrasaron su total apertura nada menos que hasta 1836. Luego, la Primera Guerra Carlista retrasó otra década la apertura de una línea regular de diligencias. A continuación, el trazado del Ferrocarril León Gijón competirá en el transporte de mercancías y viajeros con esta Carretera de Castilla que, tras la Guerra Civil, pasaría a ser denominada N-630 hasta que, en 1968, se abriese al tráfico un nuevo trazado menos sinuoso y más seguro por el valle del Caudal, donde se hicieron los túneles de Peñamiel. Hoy en día, con escaso trafico, apenas vía local de comunicación entre los pueblos que atraviesa, es un buen recorrido, con magníficas vistas y gran paisaje, en la recuperación del Camino del Salvador, y así ha sido señalizado


De esta manera, por esta vieja Carretera de Castilla, luego N-630 que pasó luego a ser la AS-242 Oviedo-Capumanes y actualmente la AS-375, llegamos a La Rebollá, cabeza de la parroquia mierense del mismo nombre, zona de rebollos, especie de robles, género Quercus, donde vamos a ir pasando al pie de la iglesia de Santa María Magdalena, que vemos al final de esta fila de casas, también llamada de Nuestra Señora de las Angustias


El templo antiguo era del siglo XIII con reformas del XVIII, pero fue derribado en 1921 para construir este, consagrado dos años más tarde, en 1923. Esta es su ficha en la web del Conceyu Mieres:
"Se trata de un templo de importantes dimensiones situado en una zona con cierta pendiente y al borde de la carretera, con casa rectoral adosada de forma poco afortunada en la parte trasera, que sustituye a otra precedente de menor tamaño y época románica del siglo XIII, demolida en 1921. 
El templo original data de principios del siglo XIII, aunque desconocemos la fecha exacta de su construcción. Lo que sí sabemos es que en origen contaba con una nave precedida por un ábside semicircular que fue demolido en el año 1921 para construir otro nuevo dos años después. 
La remodelación conllevó también el crecimiento del perímetro de la iglesia, que ocupaba además el espacio del cementerio y una parte del camino adyacente. Fue proyectado por el entonces arquitecto municipal, José Avelino Díaz Fernández – Omaña, que construyó este templo, de planta rectangular, cabecera destacada y pórtico a los pies rematado con espadaña de doble ojo. Se realiza de sillarejo, reservándose el empleo de sillares para el recercado de los vanos, las esquinas y el zócalo."

De la antigua iglesia solo quedan algunos de los canecillos que sostienen el saliente del tejado, mirando a la carretera, además del arco de la antigua portada, actualmente en el interior, en el ábside:
"Como testimonio de su origen anterior han pervivido cincuenta canecillos figurativos y un alero, que en origen se ubicaba en el ábside, y los vanos se han abierto siguiendo el estilo románico del arco de medio punto con molduras en zigzag. 
Su estructura original contaría con una espadaña formada por un tejado a dos aguas y cuatro muros en los que se abrían arcos semicirculares. También sabemos que en la pared de la parte oeste se abría una puerta de medio punto y existía decoración de canecillos y elementos vegetales y geométricos. 
La cabecera, como ya hemos dicho, tenía forma semicircular, precedida por un tramo recto. En ella se abrían dos saeteras, una de ellas colocada en el centro y de menor tamaño. La nave se cubría con una armadura de madera, el ábside con bóveda de cañón en el tramo recto, y con bóveda de horno en el hemiciclo.

En cuanto a los elementos que conservamos en la actualidad y que conformaban la decoración de la iglesia, los canecillos, se trata de varias cabezas de animales monstruosos, que podemos encontrar en otras construcciones de nuestra región. Estos canecillos se sitúan en el alero que mira a la carretera, salvo, precisamente, los dos más interesantes que se encuentran en el lado opuesto a esta y muy cercanos entre sí. Estas dos piezas representan a un encapuchado y un rostro deforme.

Las figuras presentan dos formas, unas de aspecto triangular y otras de perfil curvo, aunque todas tienen rasgos en común, como los ojos almendrados, muy expresionistas, y las orejas pequeñas. 
En las ménsulas encontramos tallas que se pueden observar en otros ejemplos del románico de la zona, como el hombre con el barril a hombros, el que sujeta el barril en su regazo, el monje con el libro abierto y con su cabeza totalmente cubierta por una capucha y otra serie de motivos antropomorfos." 
Pero no solamente aparecen representadas figuras humanas, sino que también encontramos canes y piezas geométricas, como una hilera de puntas de clavos, un elemento que también aparecía en la portada principal. 
En cuanto a las representaciones vegetales, observamos filas de tetrapétalas, un motivo habitual en las metopas, y otro motivo son las cintas y las bolas. La forma que más repite en toda esta decoración es la formada por dos superficies unidas en arista viva, dejando el espacio que se encuentra en el frente liso."


El Camino coincide en esta carretera con el GR 100 Ruta de la Plata, otra antiquísima vía de comunicación cuyo nombre no tiene que ver con el preciado metal sino con balata, término árabe que se extendió por toda la península, a la que atraviesa de norte a sur, y que hace referencia a caminos empedrados, como fueron estos antaño. Esta vía aparece en el famoso Itinerario de Antonino (s. IV) y sería de origen prehistórico, tal y como señala en libro Topología de la Ruta de la Plata a su paso por las tierras salmantinas, del Grupo Ecologista Alagón:
"Las vías pecuarias son entonces un elemento que nace inherente a la propia marcha de los rebaños tras los pastos, y con el tiempo irán adquiriendo personalidad jurídica. Estos caminos desde tiempos prehistóricos, fueron reglamentados y señalizados; protegidos policialmente sus itinerarios y castigadas las infracciones cometidas contra ellos. La Mesta se ocupó de todo".
"Con el transcurso del tiempo, la ruta empleada en la Prehistoria por los herbívoros salvajes en sus migraciones estacionales y posteriormente por los pueblos ganaderos primitivos, se afianzó con la construcción de esta calzada romana (posiblemente en el siglo II a.C.); configurándose entonces como la principal vía de comunicación e intercambio cultural hasta el siglo XIX para estar regiones del occidente peninsular". 
"Su nombre, de hecho, parece proceder de una palabra árabe, que se pronuncia "Balata" (con una "a" muy cerrada entre la "B" y la "l", con lo que al oído quedaría como "Blata"), que castellanizada habría quedado como "Plata" y cuyo significado es "Camino empedrado"


Según subimos vemos abajo el aquí estrecho valle del Caudal, el antiguo Río Grande, paso natural que sigue aprovechado por las actuales vías de comunicación, la Autopista A-66, llamada precisamente Ruta de la Plata, la N-630 y el ferrocarril. Al otro lado es Peña Fondera (527 m), encima de Sueros, acaso una antigua villae de un tal Sicarius, en la parroquia de Siana, que sería la de un tal SeliusSaeliusSeianus... o similar


Y ya vemos la portada de la iglesia a nuestra izquierda. La advocación a La Magdalena, como a San Lázaro, está muy vinculada a los hospitales de leprosos o malatos, como el que aquí existió, del que se tienen noticias desde 1266 al siglo XVIII y del que se conserva la imagen de San Lázaro, así como el topónimo La Maletería. Precisamente casi al lado de la iglesia estaba la casa conocida como L'Hospital, sucesor de la Alberguería de Copián, pues parece ser que algunos hospitales de peregrinos se fueron especializando en cuidar a estos enfermos de una de las más temidas lacras de la antigüedad, lo que se tenía por uno de los actos supremos de caridad cristiana. Una de las donaciones reseñadas fue la de Rodrigo Álvarez de las Asturias, conde de Noreña, el más poderoso noble asturiano de la baja Edad Media. Formaba entonces este territorio parte de la llamada Lena de Yuso (de abajo) y aparece inventariado en el parroquial del obispo Gutierre de Toledo de 1385-86. En 1836 pasaría a formar parte del concejo de Mieres al independizarse este del de Lena/L.lena


Enfrente de la iglesia es el Chigre Farpón, Posada del Camino de Santiago, donde la carretera hace una de sus cerradísimas curvas, que tantos problemas causaron a los vehículos de antaño cuando esta era la carretera nacional


Al empezar la curva hay además una bifurcación con el ramal que baja a Les Pieces y El Carrilón: nosotros seguimos siempre la carretera AS-242, la cual no dejaremos hasta llegar a El Padrún, por lo que vamos a la derecha, siempre en subida


Más señales del GR 100 Ruta de la Plata junto con la flecha amarilla y la concha del Camino de Santiago o, más adecuadamente en este caso, Camino del Salvador, El Camín Francés que seguían los peregrinos francos de antaño, denominación que agrupaba a todos los centroeuropeos allende de los Pirineos


Arriba en lo alto El Picu Gúa (658 m) señala la divisoria de los concejos de Oviedo/Uviéu y Mieres. En esa sierra han sido localizadas necrópolis megalíticas y petroglifos, lo que delata la antigüedad del poblamiento de estos parajes y su relación con las vías de comunicación que conformaban estos pasos naturales


Viviendas obreras. Las minas de cinabrio y la empresa Fábrica de Mieres dieron muchos empleos, pero con el declive de la minería gran parte de la población se fue, muchos de ellos al casco urbano de Mieres y a otras ciudades asturianas, si bien bastantes vecinos siguen conservando la casa familiar y algunos continúan viviendo aquí


Un hórreo con les riestres de maíz. En los buenos tiempos de la industria y las minas no pocos compatibilizan esos trabajos con las faenas agrarias. Además el tránsito de vehículos por la carretera cuando era la general, hacía que abriesen sus puertas no pocas fondas y tiendas mixtas, los chigres-tienda


A la izquierda la pista deportiva y al fondo el consultorio médico. Más allá es el barrio conocido como La Malatería, en referencia al antiguo hospital de leprosos. "En este lugar se levantó en época medieval un hospital de leprosos heredero de la alberguería de Copián. Se tienen noticias del mismo desde el siglo XV por donaciones y ventas a su favor, como los 400 maravedíes que el Conde de Noreña, el magnate Rodrigo Álvarez de las Asturias realiza en su testamento", leemos en Wikipedia. A lo lejos, la Sierra Llagos, frontera de Mieres con Oviedo/Uviéu y con La Ribera/Ribera de Arriba, nos sirve de referencia visual y geográfica durante este trayecto hacia El Padrún


El pueblo, como gran parte de los de Mieres ha sido restaurado y rehabilitado. Hay viviendas unifamiliares y algunos bloques de viviendas obreras, buena parte de sus calles son estrechas y sinuosas. Aunque nacido en la villa de Mieres, se considera al famoso Padre Ángel (Ángel García Rodríguez), de Mensajeros de la Paz, natural de La Rebollá, dado que su padre trabajaba en Fábrica de Mieres, como tantos vecinos de antaño


Las casas se disponen a los lados de la carretera y por la laderas meridionales del Picu Gúa que bajan al valle del Caudal. Cuesta arriba están en depósito de agua y los caseríos de La Peralea, La Casanueva y L'Escarmientu


En Picu Gúa en lo alto, formando parte de La Sierra Fayéu, cuya línea de cumbres sirve de divisoria en este sector con la ovetense parroquia de Olloniego. Antaño se explotaron minas de carbón en ambas vertientes e incluso una conducción de gases desde las minas de mercurio de El Tarronal, en la parroquia mierense de La Peña, un poco más al este. En su cima hay un vértice geodésico


A la izquierda, al oeste, tenemos El Picu l'Águila en La Sierra Meruxega, encima de Ablaña, parroquia de Lloreo, en la vega del valle del Caudal, "cordal intensamente horadado por minas de carbón de las que aún quedan rastros en forma de trincheras como la de Ana María, de más de un siglo de antigüedad", apuntan en la Enciclopedia del paisaje de Asturias. Todo el valle y sus montañas fue pues antaño un mundo industrial en constante actividad y ebullición


Sigue la subida por la AS-375, uno de tantos trayectos en los caminos de Santiago en lo que, pese a pisar asfalto, se puede disfrutar especialmente del paisaje y de la historia, amenizado por la célebre canción de los tiempos de La Cuesta la Rebollá en la antigua Carretera de Castilla:
Si fuera mozu solteru
en Mieres nun me casara,
si fuera mozu solteru
en Mieres nun me casara
por nun subir y baxar
la cuesta La Rebollá,
por nun subir y baxar
la cuesta La Rebollá...

Y esta es La Fuente la Rebollá, en la antigua carretera, a donde antaño acudían los vecinos cuando no se disponía aún de agua corriente en las casas, así como viajeros, arrieros y caballerías


Fue construida en 192e con proyecto del arquitecto municipal José Avelino Díaz Fernández-Omaña, uno de los de mayor prestigio de Asturias, cuya biografía compartimos de Wikipedia:
"José Avelino Díaz Fernández-Omaña nació en Oviedo, Asturias en 1889. El 23 de junio de 1915 se titula de arquitectura por la Escuela de Arquitectura de Madrid. En 1915 consigue su primer destino como arquitecto provincial de Palencia. Donde finaliza las obras del Palacio de la Diputación, de estilo neoplateresco. En agosto de 1919 es nombrado arquitecto municipal de Mieres y se traslada con su familia en 1920, poco después del nacimiento de su hijo Miguel Díaz Negrete, también arquitecto. Continua en el cargo hasta 1932, donde se traslada a Gijón en calidad de arquitecto municipal tras la prejubilación de Miguel García de la Cruz. En Gijón desarrolla La Escalerona (1933), una de sus obras más reconocidas. En 1937 recibe el encargo del gobierno anarquista de Avelino González Mallada de elaborar un Plan de Reformas Urbanas. Este plan afectaría a grandes áreas de El Centro y fijaría las bases del crecimiento urbano de la ciudad, puesto que sería la base del Plan Gamazo, de 1947. Se jubila el 31 de marzo de 1958, tras haber formado parte del Colegio de Arquitectos de León, Asturias y Galicia. Es sustituido por Enrique Álvarez Sala como arquitecto municipal. 
Su hijo, Miguel, sería un importante arquitecto en Gijón durante gran parte del siglo XX.

Estilo

Fernández-Omaña desarrolla sus primeras obras en un estilo montañés, dentro del neorrenacimiento y de un estilo ecléctico, como demuestra el Liceo de Mieres (1925). Sin embargo, su estilo maduro es el racionalismo. 

Obras 

Sus principales obras se hallan en MieresOviedo y Gijón. 

Obras en Mieres (1924-1931) 

Pabellón para el Servicio Sanitario de la Sociedad Hulleras del Turón (1924) 

Casa de Victoriano Menéndez (1925) 

Casa de Carlos Rodríguez (1925) 

Grupo Escolar Aniceto Sela/Liceo de Mieres (1925) 

Chalet de Abelardo Fueyo (1926) 

Hotel de Ulpiano Antuña (1927) 

Casa de Felicidad Velasco (1928) 

Proyecto para el Ateneo Obrero de Turón (1928) 

Casa de Faustino García (1928) 

Chalet de Manuel Muñiz (1931)


Y bajo una bola que nos recuerda al antiguo estilo herreriano vemos la fecha de construcción en una banda diagonal enmarcada artísticamente en el remate de este hermoso conjunto


Viviendas obreras a nuestra izquierda, vamos siempre de frente, insistimos, sin dejar la carretera en la famosa Cuesta la Rebollá, al pie del Picu Gúa, al que sube, fuera del Camino, otro sendero de gran recorrido, el GR 105.1 Mieres-Covadonga, cuya señalización oficial comienza unos metros más arriba


En algunos trechos, principalmente delante de las casas, hay una franja peatonal, alguna incluso bellamente ajardinada, tal que esta


Pero en otros tramos, fuera de las casas, como aquí en esta vereda de la izquierda, esa franja desaparece. No obstante, yendo atentos no ha de ofrecernos mayor problema caminar por esta carretera, ahora local, aunque recordemos que pasan, además de coches, algunos camiones, autobuses de línea y vehículos agrícolas


Abajo en el valle, otra vista de Ablaña, en el valle, con algunos tejados de La Malatería a nuestros pies. A la izquierda reconocemos el histórico Ferrocarril León-Gijón, cuyo paso hacia el puerto fue otra gran epopeya de las comunicaciones y de lucha contra la apatía burocrática, la desidia política y la especulación económica. Esta es la historia de la Estación de Ablaña también extraída de Wikipedia:
"La estación de ancho ibérico fue abierta al tráfico el 23 de julio de 1874 con la puesta en marcha del tramo Pola de Lena-Gijón de la línea que pretendía unir León con Gijón.​ La construcción fue obra de la Compañía de los Ferrocarriles de Asturias, Galicia y León creada para continuar con las obras iniciadas por Noroeste anterior titular de la concesión. 
Sin embargo su situación financiera no fue mucho mejor que la de su antecesora y en 1885 acabó siendo absorbida por Norte.​ En 1941, la nacionalización del ferrocarril en España supuso la desaparición de esta última y su integración en la recién creada RENFE. Desde el 31 de diciembre de 2004 Renfe Operadora explota la línea mientras que Adif es la titular de las instalaciones ferroviarias. 
La estación de ancho métrico fue abierta al tráfico el 30 de mayo de 1906 con la puesta en servicio del tramo Figaredo-Puerto (Fuso de la Reina) que forma parte de la línea Trubia-Collanzo. ​La construcción fue obra de la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturiana, concesionaria de la línea desde el 2 de agosto de 1901.​ 
A partir de 1964, la caída de la cantidad de carbón transportada en la línea supuso una caída importante de los ingresos de la compañía, que trató de compensar incrementando los tráficos de pasajeros. Sin embargo, las limitaciones surgidas como consecuencia de la próxima caducidad de las concesiones, la congelación de tarifas y la competencia del transporte por carretera, así como el incumplimiento por parte del Estado de algunos contratos, provocaron el abandono por parte de la compañía de la explotación ferroviaria, la cual fue encargada a FEVE el 10 de abril de 1972, así como la titularidad de las infraestructuras. 
Desde el 1 de enero de 2013, tras la disolución de FEVE, la explotación de los servicios ferroviarios fue encomendada a Renfe Operadora, a través de su división Renfe Cercanías AM, y la titularidad de las infraestructuras fue transferida a Adif."

Encima del ferrocarril vemos las laderas de La Peña'l Cuervu y La Faidiosa, en Peña Fondera, pero el río Caudal no lo vemos o apenas, en lo más profundo del valle. La conexión ferroviaria con la meseta aún hubo de aguardar diez años más tras la inauguración de este tramo, como comentábamos cuando pasábamos por Arbas del Puerto, el Alto la Gobia Payares


Subiendo llegamos ahora a El Carrilón, otro de los barrios de La Rebollá, cuyo topónimo, equivalente a 'camino de carros', es llamativamente carretero y caminero. Un poco más adelante, por Recapitaneo arriba, sube el GR-105.1 de Mieres a Covadonga


Otro sendero de gran recorrido que coincide con este trayecto por la AS-357 es el GR-208 Anillo ciclista de la Montaña Central, que sube como nosotros en dirección a El Padrún para bajar al ovetense Olloniego


A la izquierda Casa los Carbayos, con su gran terraza mirador y arriba galería soleada, bien orientada al sur


Fijémonos en los viejos muretes que hacían de quitamiedos en la vieja carretera. Subimos un corto tramo recto en rampa


Y seguidamente otra curva bien cerrada a la altura de estas casas


La carretera serpentea seguidamente, ganando altura


Y pasamos al pie de la Casa los Carbayos, testimonio de un antiguo esplendor


Paso a paso nos acercamos a Repitaneo, otro de los barrios de La Rebollá. A nuestra izquierda la pronunciada pendiente de esta ladera se torna en verdadero precipicio prados abajo


La cabeza de la parroquia de La Rebollá va quedando atrás. Abajo en el valle seguimos viendo el ferrocarril bajo la boscosa ladera de Peña Fondera


Y estas son las temidas curvas de la Carretera del Padrún que, antaño, con todo el tráfico circulando por aquí eran temibles, ocurriendo no pocos accidentes, dada la impresionante sinuosidad de las mismas, muy cerradas y al borde del despeñadero de esta vía que, como nos dice José Menéndez Oliva en Carreteras españolas que quedaron en el olvido:
"hasta finales de los años sesenta, cuando se inauguró el trazado por los túneles de Riosa, era la principal y única vía de comunicación entre Oviedo y Mieres, de camino hacia la meseta por el Puerto de Pajares. Muchos recuerdos de aquellos que la usaban en los años cincuenta y sesenta con el casi siempre cerrado paso a nivel de Olloniego, los curvones de la subida y las cerradisimas curvas de La Rebollada, ya cerca de Mieres".

Salimos así de lo que vienen a ser, a nivel de tráfico, los barrios que constituyen el núcleo urbano de La Rebollá, pero seguimos por otros arrabales de la misma parroquia


Zona de bosques en Repitaneo, por donde sube el GR-105.1 Mieres Covadonga al Picu Gúa. En medio, una plantación de ocalitos. Ahí estuvo el caserío de L'Acebal, desaparecido bajo los escombros de una explotación a cielo abierto que dejó una herida en la montaña


Tras otra cerradísima curva, en la que camiones y autobuses se veían comúnmente obligados a detenerse y maniobrar para tomarla, veremos donde arranca oficialmente dicha señalización a Covadonga


Nosotros seguimos de frente por la carretera pero nos detenemos a contemplar la señalización de este cruce en el que se separan estos caminos, donde hay además una parada de autobús


Además de esta confluencia de rutas históricas y de peregrinación, es común encontrarse con senderistas y montañeros, sobre todo los fines de semana, pues la subida al Picu Gúa, desde Mieres o desde Olloniego, con sus correspondientes travesías por la Sierra Fayéu, son clásicas dentro del montañismo asturiano, así como para las bicicletas de montaña


Nosotros, atendamos en todo momento a las flechas amarillas y conchas del Camino de Santiago, que es aquí el del Salvador, pues sabido es desde la Edad Media que "quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y olvida al señor"


La cuesta, de momento, es continua, con tramos más duros y otros más suaves, como este, pero poco más arriba llanearemos


El esfuerzo se compensa con este paisaje de La Rebollá y Mieres al sur, la llamada Villa del Caudal, bajo El Picu Polio (501 m) a la izquierda, otro de los emblemáticos montes mierenses, entre este valle, llamado de San Xuan, y el de Turón, al sur, ante cuya entrada hemos pasado viniendo de Uxo


No vemos Uxo pero sí, a la derecha del Picu Polio, algunas estribaciones occidentales del Cordal de Longalendo, que está a su altura, línea de cumbres que separan el concejo de Mieres del concejo de Aller/Ayer. Más en la lejanía la vista llega a los dosmiles de la Cordillera, entre La Carisa y Payares, como El Picu Ceyón (2.029 m), El Picu Tres Conceyos (2.014 m) y otros del sector allerano y lenense con sus respectivos puertos de paso hacia la meseta


Al lado de la villa de Mieres destaca, sobre las vías férreas, la cinta transportadora del lavadero de El Batán, histórica planta minera de tratamiento del carbón extraído de las minas, reconvertida en la misma función para todo tipo de residuos industriales. Más a la derecha, en la falda del monte, Siana y sus barrios, verdadero balcón natural sobre la población y el valle



Reconocemos bien en Mieres, al sur y a la orilla del Caudal, el barrio de Santa Marina, "barrio minero y rebelde sin causa" le decía Amadeo Gancedo en Desde mi Mieres del Camino en el periódico La Nueva España del 2-3-2014, mientras que en el blog Guajes de Santa Marina se nos cuenta así su historia:
"Su creación coincide con la del hermano de la zona norte, el de San Pedro al que siguió muy de cerca en su construcción. Este tipo de edificaciones surge como consecuencia del desarrollo de la ley de fecha 19-4-1939 en la que se aprueba y regula la construcción por todo el territorio nacional de las llamadas Viviendas Protegidas de cuyo desarrollo se encarga al Instituto Nacional de la Vivienda (INV) creado al efecto. La intención es la de aliviar las condiciones de vida, ofreciéndoles una vivienda digna, de estos colectivos de renta baja y nula posibilidad de compra de la vivienda libre, ofreciéndose en régimen de alquiler, agrupadas en barrios de arquitectura peculiar inconfundible conocidos como “barrios obreros”.
La fuerte escasez de viviendas para las familias trabajadoras, no sólo de la región sino de toda España, que en la década de los cuarenta habían arribado a Mieres en busca de un futuro mejor atraídos por las ofertas de empleo en tiempos de penuria en los centros mineros y de la factoría de Fábrica de Mieres, hoy ya desaparecida y situada en lo que conocemos como Polígono Industrial del mismo nombre, fueron la causa de que algo más de 800 de esas viviendas conformaran el barrio. 
Se decide su ubicación en una franja rectangular de poco más de 400 x 200 m. en la zona sur del centro urbano en terrenos de aluvión próximos a la margen derecha del río Caudal que le abraza por el oeste; por el este lo limita el curso del arroyo Duró; por el norte, el mismo arroyo en cuyo tramo popularmente se le conoce como La Canal y al sur, el resto de terrenos de aluvión del río de fácil inundación conocidos como Los Llerones y que hoy son ocupados por el barrio de Vega de Arriba. 
Poco a poco se van levantando los 17 pabellones en disposición rectangular abierta formando patios interiores, alineados en cuatro calles longitudinales y cuatro transversales. Las barreras ferroviarias y el discurrir del arroyo Duró, hacían que el mejor acceso fuera el de la zona norte que partiendo del paso a nivel, también desaparecido, del Ferrocarril del Vasco, recorría la arboleda central existente en la calle General Fernández Ladreda y nos adentraba en el barrio. Rebasada La Canal, los pabellones se abrían a nuestros ojos a izquierda y derecha, en una calle central más ancha con amplios espacios terrosos, sin hierba, en los que se alineaban espaciados árboles de pequeño porte; con estrechas aceras en la línea de las edificaciones y en las salidas de los portales. Rebasado el primer pabellón, un ensanchamiento a la izquierda conformaba la Primera Plaza en la que más tarde se ubicaría el mercado local o Placina, pequeño mercado de barrio, donde los guajes acudíamos diligentes a los mandados de nuestros mayores. El pescadero, el carnicero, las tiendas de ultramarinos, el panadero… allí todo junto en aquel espacio a semejanza del más amplio y surtido mercado de abastos del centro de Mieres. ¡Cómo gusta recordar a aquellas gentes de todos y por todos conocidos y muchos de ellos vecinos del barrio! Seguimos calle arriba y al final, otro espacio se abre simétrico, desaparecido con la reforma del año 1967, dando forma a lo que conocíamos como Plaza Segunda, plaza de soportales cerrada al fondo y rematada por una edificación más alta a la que conocíamos como La Casona y que se adornaba con balconada en su parte baja, coronado su tejado por una veleta con acertada silueta de minero en actitud de trabajo. En el centro de la plaza, una farola de amplia base pétrea sin pulir, un único mástil y tres brazos, muy similar a la que existe en la plaza del Carmen en La Villa, en medio de un espacio mixto de tierra y aceras servía de lugar de reunión durante el día y por las noches iluminaba tenuemente, así eran las luces antes, el entorno. Las edificaciones se constituían en alturas de bajo y uno o dos niveles salvo la mencionada Casona que llegaba hasta los cuatro, en los que como en el resto del barrio, los bajos también son habitables. Algunos de los pisos altos de los pabellones lucían balcones corridos abiertos que sumaban espacio a las viviendas Los patios interiores de los pabellones, amplios, con zonas de pradera, albergaban las carboneras y los tendales para el secado de la ropa y eran también lugar de recreo de los guajes. En los pabellones de la parte del río, los patios, estos abiertos, gozaban de una pradera que las mujeres aprovechaban para poner la ropa “al verde” y una hilera de chopos marcaba el límite por el comienzo del muro y la escollera que daba cauce al río. 
Disfrutábamos en el barrio de los pequeños quioscos de chucherías, los “Carrinos”, verdaderos bazares donde se exhibían todos los pequeños artículos en los que los críos nos gastábamos la menguada “calderilla” que la visita de un familiar y el premio de alguna buena acción nos permitía reunir; unos de madera y otros construidos de ladrillo, en número de seis se distribuían entre el tramo que desde La Canal se extendía hasta La Placina; uno de ellos, el de Tina, el Escorialín, aún mantiene la actividad. 
También contaba con equipamiento escolar, las conocidas Escuelines, un edificio de considerables dimensiones con amplios patios de recreo, que también se usó como iglesia y hoy es aprovechado como Centro de Educación de Adultos. Andando el tiempo también se levantó la definitiva iglesia de la que se han cumplido ya los cincuenta años de los inicios de las obras. 
Esta era la fisonomía de nuestro barrio que perdura en la memoria de todos los Guajes. Por él corrimos, nos fuimos haciendo mayores enfrentándonos a la vida, con alegrías y alguna pena y es una satisfacción volver a pasear sus calles y plazas mientras escenas de aquellos tiempos van pasando por la mente cual si se tratara de una película en la que uno es protagonista. Aunque cambiado, ahí está y rezuma recuerdos… ¿Quién no le quiere?"

Según subimos, tenemos una mejor vista de la Sierra la Meruxega, cuyo nombre en principio podría hacer referencia a la meruxa (Veronica persica), "Planta muy verde y tupida que crece abundante en las tierras de labor en primavera y que sirve de alimento a las reses", explican en el Diccionario General de la Lengua Asturiana; pero en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, el filólogo Xosé Lluis García Arias nos ofrece otra acepción, relacionada con la lluvia, pero no incompatible con la fitotoponimia:
"La meruxa ‘Veronica persica’’ es conocida sobradamente por nuestros paisanos que, por ser dañina para los sembrados, se ven obligados a dedicar buenos esfuerzos a arrancarla o esmeruxar. 
En nuestra opinión, la filiación etimológica de tal palabra ha de ser la misma que la de la gallega mera ‘llovizna’, ‘niebla húmeda’, cast. mera ‘trementina del pino’. Me parece que ha de partirse del latín MERUS, A, UM ‘puro’, ‘sin mezcla’ que pasa a significar ‘blanquecino’ y ‘agua clara’, ‘arroyo’ . Sobre MERAM, con incrementación de sufijo, se formaría meruxa, especie botánica que tiene un color verde blancuzco, y de ahí el sufijo diminutivo-despectivo -uxa."

Esa serranía tiene una longitud de unos 5 km que se extienden desde El Picu Águila (558 m), frente a nosotros, hacia atrás por La Meruxega Alta o La Cabaña de Piedra (650 m), El Rasón (940 m), La Vara (940 m) y El Llosoriu (997 m), vértice en el que confluyen los concejos de Mieres, Morcín y Riosa, uniéndose también a El Cordal de Gal.legos y el de La Cuba


Y aquí abajo está el Polígono Industrial Fábrica de Mieres, que ocupa los extensos terrenos de esta antigua factoría siderominerometalúrgica, cuyos orígenes hay que buscarlos en las primeras iniciativas industriales del valle tras descubrirse la riqueza hullera que alimentaría las máquinas de vapor de la Revolución Industrial


En el año 1844 se funda en Londres la Asturian Mining Company que construye en la Vega de Sueros, entre Mieres del Camín y Ablaña, una fundición de hierro empleando como combustible el carbón de las minas aquí localizadas. Cinco años más tarde la compañía es disuelta por el gobierno español y, al ser liquidados sus activos, de hace con ella el banquero español, residente en París, León Lillo, testaferro del duque de Riánsares y marido de la reina madre María Cristina de Borbón-Dos SiciliasAgustín Fernando Muñoz y Sánchez, uniéndose a la iniciativa del cónsul general de Francia Juan Grimaldi, volviendo a poner en actividad la factoría. En 1852 pasa a la Compagnie Miniére er Mètallurgique de Asturies y en 1861 a la Societá Houillére et Métallurgique des Asturies cuyo másimo accionista era el francés Numa Guilhou, que tras fracasar en las dos empresas anteriores crea en 1870 la Sociedad Numa Guilhou que en 1879 pasará a ser Fábrica de Mieres S.A.


Numa Gilhou amplía considerablemente la compañía con varios altos hornos, trenes de chapa y numerosas instalaciones. La empresa crearía economatos y colegios para los trabajadores y colegios en Mieres, Ablaña, La Rebollá, Sueros y La Peña de la Asociación Hijas de María. Fábrica de Mieres llegaría a batir record de producción con las ventas a los contendientes de la I Guerra Mundial. Hubo un declive ocasionado por los conflictos revolucionarios de 1934 y la posterior guerra civil iniciándose un nuevo despegue en 1948, se tiran unos hornos y se hacen otros, se inicia la construcción del lavadero de carbones en El Batán y se inaugura un nuevo tren de laminación en 1964. En 1967 sus activos mineros se integran en la empresa estatal HUNOSA y los siderúrgicos en UNINSA (luego ENSIDESA y actualmente ArcelorMittal), siendo los trabajadores paulatinamente trasladados a Gijón/Xixón y cerrando, con gran oposición popular, todas sus instalaciones entre 1974 y 1980. Mónica García Cuetos, doctora en Historia del Arte, nos resume su historia en Patrimoniu Industrial:
"El origen de la Fábrica de Mieres se remonta al año 1842 con la constitución en Londres de la sociedad Asturian Coal and Iron Company que pretendía explotar minas de carbón y hierro y poner en marcha una fábrica de hierros en Mieres. Le sucede en 1844 la Asturian Mining Company o Compañía Anglo Asturiana, promovida por el industrial John Manby con participación de inversores ingleses, franceses y españoles. Cuatro años más tarde comienza a funcionar el primer horno alto de la factoría instalada localidad mierense de Ablaña. 
Las dificultades planteadas por la ausencia de vías de comunicación adecuadas hacen fracasar esta sociedad como también lo hará su sucesora, la Compagine Minière et Métallúrgique des Asturies. De sus propiedades se hace cargo en 1870 la Societé Hullière et Métallúrgique des Asturies con el empresario francés Numa Guilhou al frente. En 1879 pasa a llamarse Sociedad Fábrica de Mieres. 
La incorporación en 1873 del ingeniero de minas Jerónimo Ibrán y la apertura de las líneas de ferrocarril Pola de Lena-Gijón (1874) y Madrid-Gijón (1884) facilitan el despegue definitivo de la empresa. 
Además de la puesta en marcha de la factoría, Fábrica de Mieres desarrolló un intensa actividad minera en la zona, con pozos como Barredo, Nicolasa y Polio, en Mieres, además del grupo Cobertoria en Lena y otras minas repartidas por los concejos de Oviedo, Langreo, Siero, Llanera o Quirós. 
En el año 1961 junto con Fábrica de Moreda y Gijón y Duro Felguera ponen en marcha la Unión de Empresas Siderúrgicas Asturianas, S.A., UNINSA, con el objetivo de explotar un moderno tren de laminación en Veriña, Gijón, que se completará con la construcción de una factoría siderúrgica en ese mismo lugar. En 1973 se produce la absorción de Uninsa por parte de la empresa estatal Ensidesa y con ello se inicia el cierre de las instalaciones de la factoría mierense, comenzando en 1974 por la acería Martín-Siemens para acabar en 1980 con el tren de chapa. Los trabajadores serán trasladados paulatinamente a las fábricas de Gijón y Avilés."

Vemos un poco más al norte de nuevo Ablaña, parroquia de Lloreo como hemos dicho, donde el río Nicolasa desemboca en el Caudal. Se ha querido ver allí el lugar de Abelania, donde según las crónicas el rey Alfonso II El Casto habría sido encerrado o exiliado en un monasterio allá por el año 801, víctima de un momentáneo derrocamiento, pues no tardará en ser liberado. El nombre del lugar ha querido buscárselo en la abundancia de ablanes y ablanos 'avellanas' y avellanos, aunque parece más factible que fuese la villae posesión de un VelaniusAbalusApiliusAbellus o Apelles, tardorromano o altomedieval. En La Nueva España del 25-9-2007 se publica Ablaña del Rey Alfonso, donde se repasan las fuentes de esta historia y una posible explicación:
"San Martín del Rey Aurelio recibe este nombre con todo el derecho como ya hemos visto alguna vez en estos artículos, porque, efectivamente, fue durante un tiempo la corte de este monarca. Por el mismo motivo Ablaña, en Mieres, debería llamarse Ablaña del Rey Alfonso, ya que también fue residencia de otro rey asturiano -el casto Alfonso II-, aunque en este caso de manera forzosa. 
A la hora de hacer la historia de la Monarquía asturiana, la fuente fundamental son las crónicas que se escribieron para narrar los sucedidos de la época; y entre lo que cuentan, todas se detienen a narrar brevemente las biografías de nuestros regios antepasados. La mayoría se redactó varias generaciones después de que ocurriesen los hechos y por ello presentan abundantes lagunas. De las que se conservan la más antigua es la llamada Albendense, que se concluyó en noviembre del año 883 y por lo tanto parece ser la más fiable. 
Pues bien, al referirse a Alfonso II, esta crónica nos narra que fue un buen rey y que dejó buen recuerdo entre sus vasallos. Sus contemporáneos lo llamaron el Magno, aunque luego para no confundirlo con Alfonso III que tenía el mismo apodo, los historiadores acabaron inclinándose más por otro apelativo que también se le dio en vida: «el Casto», y que refleja perfectamente cómo fue su vida: buen militar y mejor cristiano. 
Nuestro soberano se mantuvo en el trono cincuenta y un años en los que hubo de todo: combates constantes contra los musulmanes, terribles derrotas y grandes victorias, e incluso lo que hoy llamaríamos un golpe de Estado en el que se le relegó del gobierno hasta que sus fieles volvieron a restituirlo en el trono. Sucedió cuando llevaba once años de gobierno y fue apartado por las armas de la corte ovetense; no conocemos cuánto tiempo duró este exilio ni tampoco sabemos con exactitud dónde estuvo el rey; aunque la crónica sí nos da el nombre medieval del lugar: el monasterio de Abelania, originando todo tipo de interpretaciones de los expertos. 
Buscando parecidos actuales con este nombre, hace cuatro siglos el ilustre padre Luís Alfonso Carballo, autor de «Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias», se inclinaba por Avilés, mientras que el humanista cordobés Ambrosio de Morales prefería situarlo en Samos. El primero no aportaba ningún dato para apoyar su idea y la teoría del segundo quedaba coja porque en el lugar gallego no hay ningún documento ni tradición que recuerde tal cosa. 
Por su parte, ya en época más reciente, Constantino Cabal llevaba Abelania hasta la Liébana, en Cantabria, donde existieron en otro tiempo dos monasterios llamados Bellenia, uno dedicado a Santa María y el otro a San Salvador. Investigando lo mismo, otros autores han citado puntos tan dispares como Ablaneda, en la parroquia de Godán del concejo de Salas, o el monasterio de San Cosme y San Damián de Abeliare, en León, olvidando que se fundó en el siglo X. 
A pesar de todo, el lugar que cuenta con más partidarios es Ablaña, un topónimo que se explica casi siempre como derivado de las avellanas (ablanes, en asturiano), pero que seguramente tiene más que ver con la proximidad al río Lena, nombre que durante siglos sirvió también para conocer el Caudal, junto al que se ubica esta población mierense. De esta opinión son nada menos que Claudio Sánchez Albornoz, Ramón Menéndez Pidal y Armando Cotarelo. 
Vamos a ver lo que sucedió en la corte ovetense para que se desencadenase este episodio: la crónica se limita a calificar la acción contra Alfonso II como un acto de tiranía, sin dar más explicaciones y, como tampoco cita a los responsables, hay que suponer que tuvieron que ser personajes importantes, aunque no tanto para que alguno entre ellos llegase a reclamar la corona, de modo que es lógico suponer que en la conspiración participasen magnates y seguramente también obispos. 
Los motivos están más claros. Hay que recordar que se vivían tiempos convulsos. El padre de Alfonso II, el rey Fruela, había sido asesinado después de que él mismo matase con sus manos a su propio hermano, y la corona, antes de llegar a quien correspondía dinásticamente, había pasado por cuatro cabezas: Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo el Diácono; cada uno de ellos había tenido, lógicamente, sus respectivos partidarios que ahora estaban frustrados y, por lo tanto, los grupos de rencorosos llenaban todas las esquinas de la Corte. 
Alfonso se encontró, en cuanto llegó al trono, con uno de los momentos más delicados de la guerra contra los musulmanes al sufrir en sus carnes los éxitos militares de Hixem I, un hijo del famoso Abd al Rahman I, que derrotó en varias ocasiones a los cristianos asturianos entrando en Oviedo; pero lo que es más importante para nosotros es que también era una terrible amenaza para los franceses, e incluso en una ocasión llegó a sitiar la ciudad de Narbona. 
Era inevitable que asturianos y galos se uniesen ante el enemigo común y ello favoreció la amistad entre las dos coronas y aunque nuestras crónicas no hablan de estas relaciones, las francesas sí lo hacen y por ellas sabemos que en el 795 Alfonso II envió una embajada a uno de los hijos del todopoderoso Carlomagno, Luis el Piadoso, que entonces se encontraba en Tolosa. 
Las conversaciones fueron tan positivas que la delegación volvió en otras dos ocasiones, en 797 y 798 y nunca faltaron los intercambios de obsequios entre los dos reyes; también los franceses mandaron al menos en una ocasión a un embajador, un obispo de Orleáns, que vino a matar dos pájaros de un tiro ya que de paso se interesó en combatir la herejía adopcionista que entonces tenía adeptos en Asturias. 
Esta amistad con el poderoso imperio extranjero fue interpretada por algunos asturianos principales como un riesgo de sumisión a Carlomagno, e incluso algunos historiadores franceses hoy en día siguen afirmando sin fundamento que cuando Alfonso II escribía al francés firmaba como vasallo suyo. Por fin, la gota que colmó el vaso de sus opositores fue el nombramiento para uno de los cargos de confianza de la corte, el Oficio Palatino, de un francés, lo que levantó ampollas y dio el motivo para la revuelta. 
Según Constantino Cabal, quien publicó una extensa monografía sobre este reinado, el rey fue llevado a Abelania en el 802 cuando nada en sus dominios hacía presagiar una conspiración que, sin embargo, estaba sólo esperando el momento adecuado. Entre los escasos datos que proporciona la crónica está una pista sobre los libertadores del monarca: un grupo de fieles encabezados por Teuda, o Teudano, un nombre de origen visigodo y en el mismo sentido la palabra fieles tampoco puede interpretarse simplemente con el sentido actual como aquellas personas que eran partidarias del rey, sino que así se denominaban aquellos súbditos que se comprometían a defender al soberano por un juramento especial. 
Hemos dicho que mientras Alfonso II estuvo apartado nadie se sentó en su trono, hasta que finalmente fue restituido en su autoridad y que una cuestión pendiente está en saber cuánto tiempo duró el exilio. Pues bien, todo indica que no debieron pasar más de cinco o seis años, porque sabemos que en el 808 el rey ya ejercía plenamente sus derechos, como lo demuestra el que en aquella fecha hizo la donación a la iglesia de Oviedo de la Cruz de los Ángeles, que hoy es el símbolo de la ciudad. 
No sabemos cómo tratarían a Alfonso II en Ablaña, pero por bien que fuese siempre iba a recordar aquel episodio como uno de los más penosos de su vida y pasados muchos años aún se refería a él como un periodo de «graves tribulaciones». 
Ahora es inevitable preguntarse si queda alguna huella del monarca en el pueblo mierense: la respuesta es negativa, aunque también es cierto que tampoco se ha buscado. El monasterio más antiguo que conocemos en la zona se fundó en Baíña siglos después y en Ablaña el punto con más historia es la casona de los Muñiz, que luego emparentaron con los Bernaldo de Quirós y en la que hoy, una vez modernizada, apenas queda nada original. Frente a ella está la capilla dedicada a San José, sin mucho arte pero con muchas posibilidades de que esté construida sobre un edificio anterior, ¿Qué tal si miramos debajo?"


Salvo dicha crónica, nada más parece aseverar esta noticia, si bien sí podemos decir que, siempre según discutidas crónicas escritas tiempo después, bajo el largo reinado de ese monarca se descubriría, una década o dos después, el que se tiene por sepulcro de Santiago en Compostela, siendo este el origen del Camino, pues según la tradición acudió allí a verificarlo, siguiendo posiblemente el trazado del que sería el ahora llamado Camino Primitivo, seguido a posteriori por otros peregrinos y reyes, basado también en otra vía romana entre Asturias y Galicia (Lucus Asturum-Lucus Augusti), la cual seguiría asimismo pasos mucho más antiguos


Aquí, junto al río Caudal, cuyas aguas llegamos a ver entre la vegetación ribereña, es la zona conocida como El Barrio Pachón, en Ablaña Baxo, donde están el Palacio de los Quirós y la capilla de San José, que es lo más antiguo del pueblo, entre la orilla y las vías del tren


Por su parte Ablaña Riba, a la izquierda, está en la entrada del valle del Nicolasa, en la ruta al pozo minero de este nombre y con dos estaciones, la de RENFE (antiguo Ferrocarril del Norte) y la de FEVE (el Vasco-Asturiano), especializado en el transporte del carbón hacia los puertos para su salida comercial. Glosó su memoria minera el escritor José Fernández Sánchez en Cuando el mundo era Ablaña. Más acá del río Caudal reconocemos la A-66...
"En Ablaña no teníamos librería ni quiosco de prensa. De tarde en tarde mi padre me traía de Mieres un tebeo, o un librito, que cuando me gustaba llegaba a aprendérmelo de memoria. 
Esos libros después me servían para el intercambio con otros muchachos. Los libros ajenos había que devolverlos poco menos que a fecha fija, de lo contrario podías quedar privado de lecturas hasta que pudieras ofrecer un libro lo suficientemente apetecible como para que te perdonaran la infracción. Pero todos estábamos interesados en la fluidez del intercambio. 
De esta forma me acostumbré a leer pronto y a barrisco: libros de la editorial Molino, argumentos novelados de películas de la Colección Cinema, La Novela Aventura, números atrasados del Campeón y del As, tebeos. Y muchas novelas de Nick Carter, unos libritos en octavo en sesenta y cuatro páginas. El hecho de que todas las historias ocuparan el mismo número de páginas me tenía un tanto mosqueado. 
Tampoco me perdía El Socialista y el Avance, a los que estaba suscrito mi padre. Entre los libros serios me conmovió uno, al que le faltaban los primeros capítulos; más tarde supe que se trataba de La buena tierra, de Pearl Buck. También me agradó un libro del ruso Nikolái Garin. Eran ejemplares muy sobados, con la cubierta resbaladiza como baraja de taberna, que olían a hogar de pobre. Así, pasando de lo sublime a lo abyecto y viceversa, me hice devorador de libros, más que lector. En la escuela teníamos varios ejemplares del Quijote, que el maestro repartía para que lo fuéramos leyendo en voz alta, pero esta lectura obligatoria no tenía nada que ver con el placer de leer. Era como el jarabe dulce para la tos. 
Yo soñaba con un armario lleno de libros nuevos para mí solo. Para leerlos y para alinear sus lomos y pasarles de cuando en cuando revista, como a una guardia de honor. 
El día que abrieron la biblioteca del Centro Obrero, mi padre eligió para mí La vuelta al mundo en ochenta días, de la editorial Sopena. Era un ejemplar completamente nuevo. El autor se llamaba Julio, un nombre excesivamente simple para un libro tan hermoso. Las pastas de cartoné crujían al abrirlas y las páginas olían a tinta reciente y a papel intacto. Ocurrió esto en sábado y lo estuve leyendo en la cocina, hasta que mi madre me mandó a la cama. A la mañana siguiente reanudé la lectura recogiendo sobre las páginas el resplandor que se colaba por las contraventanas. Mis hermanos se levantaron, en la cocina ya había ruido de vajilla, pero yo continuaba leyendo frenéticamente, temiendo que mi madre me obligara a levantarme, con la consiguiente pérdida de tiempo para lavarme, vestirme y desayunar. 
Era el primer libro estrenado por mí y por eso lo que en él se decía era como escrito para mí solo. Ningún otro libro me ha gustado tanto: solo éste excitaba la vista, el olfato, el tacto y hasta el oído y todo ello de un golpe. 
Poco después estalló la Revolución de Octubre de 1934 y durante la represión fue clausurado el Centro Obrero y requisada la biblioteca."

Llegamos así, siempre subiendo, a El Rollu, otro barrio más de La Rebollá, cuyas casas se escalonan en esta ladera. Se sostiene tradicionalmente que el topónimo tiene que ver los antiguos rollos de justicia, postes de piedra como la picota donde se exponía a los malhechores para escarnio público. En ocasiones si eran ejecutados se ponían sus restos y en otros se les humillaba de alguna manera. El rollo realmente parece haberse usado más como símbolo de la autoridad para impartir justicia, que como poste donde se ataban los delincuentes


No olvidemos que aquí fueron muy habituales los salteadores como, en la baja Edad Media Gonzalo Peláez de Coalla (no confundir con el levantisco Gonzalo Peláez a secas, que también había estado por aquí unos siglos atrás). Tanto es así que el Concejo de Oviedo llegó a pagar servicios de escolta desde Mieres hasta las inmediaciones de la capital para proteger a viajeros y peregrinos


No cuesta imaginarse pues un 'rollo' de ese tipo en un camino principal que luego fue carretera y más entrando y saliendo de una villa de cierta entidad como ya lo sería Mieres incluso antes de la industrialización y la minería. Sin embargo, pueden existir otras explicaciones relacionadas con la orografía e incluso con el agua arroyando por estos abruptos terrenos, como señala García Arias en Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos:
"Una de las palabras que empleamos para aludir a la avenida torrencial de aguas es arroxu, expresión que también tiene un significado cercano a argayu o argaxu ‘corrimiento de tierras’. En realidad conocemos por el testimonio de Plinio que en nuestras explotaciones mineras estaba en uso una voz, de probable origen prerromano, ARRUGIAM ‘galería de mina’ . 
Los resultados asturianos parten siempre de una expresión masculina, testimoniada ya en nuestros textos latinos desde el siglo VIII, de donde proviene la voz arroxu y arroyu. Se trata en realidad de una expresión con equivalentes en gallego, portugués, castellano, gascón, sardo, francés. Como nombre de lugar aparece en la toponimia menor y en la mayor: 
Arroyo, Arroyu, L’Arroyu, Arroxo, Arroxu, L’Arroxín, Los Arroxos, Arroxas, etc. 
Lo mismo ocurre en lo que parecen diminutivos, Roxíos y Arroxía, aunque sobre todo en este último caso puede inter pretarse como una fusión del artículo a con un apelativo cromático roxina ‘rojiza’, ‘rubia’, alusivo al colorido del campo o tierra. 
Conviene, de todas formas, no confundir los topónimos que anteceden, y los de expresión L’Arroyu, Arroyo, con los cercanos como El Rollu (Mi) y otros de menor entidad (27 p. 73) que pro vienen probablemente del latín ROTULUM ‘rueda pequeña’> ast. rollu o rueldu ‘rollo’, ‘tronco’, con una variante femenina ROTULAM ‘pequeña rueda’> ast. rolla ‘rueda’, ‘tronco’. Topónimos del tipo Rollo se dan al sur del dominio aplicado a una pendiente. En algún caso algunos sitios denominados “El Rollo” pudieron haber sido lugares de ajusticiamiento. 
Sobre ROTULUM se formó el verbo *ROTULARE (REW) > ast. arrollar ‘rodar’, ‘bajar dando vueltas, rodando’, ‘rodar las lágrimas o el agua’, etc.

Un poco más arriba vemos las casas de Copián, donde parece que el Camino empieza a llanear. Más al norte volvemos a ver, más cerca, La Sierra Llagos, cuya cota más alta es el Alto de Magarrón (653 m). Abajo a la izquierda es La Peña'l Miel o Peñamiel, por donde se abrieron los túneles de la nueva N-630 en los años de la década de 1960 para abrir esa carretera y evitar estas dolorosas curvas del Padrún


Curvas que tanto en subidas como en bajadas eran todo un infortunio dado que, si bien pensada como carretera de carros, su transformación en vía para vehículos a motor no fue exitosa dada la geografía del terreno, por lo que se optó por hacer una nueva carretera por el valle del Caudal, aunque para ello hubiese que dinamitar la roca madre de su desfiladero


"A los que no les tocó vivir ese viaje es difícil poder explicárselo", leemos en la página Mieres años 80 y 90, referido al tránsito de vehículos por esta carretera, "las caravanas a la entrada de Mieres, los accidentes terribles, los túneles, ... Creíamos que la carretera nueva era un salto a la modernidad. Y lo fue en cierto modo". De igual manera, en El viajero histórico nos cuentan que la N-630 enlazó varias viejas carreteras como este de Norte a sur y, como la Vía de la Plata de la que tomó su nombre, enlazó la costa asturiana con Sevilla
"La antigua carretera N630 comunicaba Gijón con Sevilla, siguiendo la traza de los antiguos caminos reales medievales, que a su vez estaban montados sobre las antiguas calzadas romanas. Esta vez nos propusimos recorrer una pequeña parte de esta ruta, entre Mieres y Oviedo, siguiendo la antigua carretera nacional, construida en 1829 y en uso hasta 1968, cuando se inauguró la N 630 por los túneles de Peñamiel (por el concejo de Morcín). Está carretera discurre por el trazado del camino Real, pasando por el Puerto del Padrún, con las famosas curvas de La Rebollada, y bajando hacía Olloniego por otras enlazadas, que en tiempos de gran tráfico de vehículos, debían ser espeluznantes."

Sin el tráfico de antaño, lo que antes era un suplicio ahora puede ser un placer y la peligrosa carretera un paseo si se conduce con prudencia o incluso andando, como hacen los peregrinos y como nos cuentan en El blog del mierense:
"El Rollu es un pueblo perteneciente a la parroquia de La Rebollada que dista en torno a dos kilómetros de Mieres y que está formado por, aproximadamente, una quincena de viviendas, la gran mayoría muy cercanas a la carretera que discurre hacia El Padrún. 
Etnográficamente hablando este pueblo se destaca por sus únicos dos hórreos conservados de una magnífica forma (desde luego hay pocos que tan bien estén como los de este lugar). También cabe destacar la presencia de algunas casas que llevan más de un siglo en pie según se denota por sus fachadas íntegramente hechas con piedra y los corredores de las mismas. 
Llama la atención la tranquilidad y las vistas que presenta el pueblo, un lugar idóneo para invertir en un terreno donde construir una pequeña vivienda. Además, y por si esto fuese poco, esta perfectamente comunicado con Mieres a través de dos líneas de autobuses (una de Emutsa y otra de Enferbus) por lo que se puede vivir sin depender de un vehículo. 
Un paseo interesante para un fin de semana es el de coger la carretera que va desde La Peña a Oviedo e ir visitando la gran cantidad de pueblos que hay en esa zona que muchos desconocen, pudiendo llegar hasta donde se quiera y volviendo andando o en autobús."

Cuesta arriba, uno de los hórreos, si bien un tanto transformado, que se asienta en la fuerte pendiente del prado, rodeado de frutales


Una parada de autobús, las viejas viviendas se mantienen, unas reformadas, otras rehabilitadas y algunas más abandonadas, pero los chigres-tienda o comercios mixtos de bar y ultramarinos (y de todo), han desaparecido


Fijémonos en una concha en un murete a nuestra derecha. Si bien no ha de haber mayormente pérdida sabiendo que es todo carretera arriba hasta El Padrún, el ver las señales del Camino cada ciertos metros tranquiliza a los caminantes al comprobar que van por el itinerario correcto y no se han dejado ningún desvío atrás, máxime aquí que coincidimos con otras rutas importantes


Esta es la clásica 'concha de azulejo' habitual en la señalización de los caminos asturianos puesta en muros y paredes, así como en los mojones. Lo óptimo sería que estuviese acompañada de su pertinente flecha amarilla direccional, pero se entiende sobradamente que hay que seguir por la AS-375 adelante


Otro de los viejos hórreos del pueblo, al pie de la parada del autobús


Muchas antiguas huertas familiares al lado de las casas son ahora jardines, se conservan asimismo unos cuantos frutales


A la derecha, fila de viviendas, entre las que está, la última a la izquierda, Casa Manolín / Casa de Manuel Menéndez, la última de la hilera, como vemos en los azulejos de su fachada


En esta curva a la izquierda unas escaleras suben a Casa Alba, acogida de peregrinos. Si bien los aproximadamente 20 kilómetros que separan Mieres de la Sancta Ovetensis pueden hacerse bien en una mañana, aquellos peregrinos que vengan desde más atrás o que, por alguna razón, hayan salido tarde y/o deseen hacer una etapa corta, tienen aquí excelente parada y fonda. Eso sí, como dicen en la guía Gronze, "No hay bar, restaurante o tienda cerca, por lo que conviene llevar la cena (hay cocina)."


Otra concha, esta en una peña al pie de las casas y bien visible desde la carretera, nos confirma que vamos bien y sin riesgo de extravío


Se asciende más suavemente, lo que revela que pronto se acabará la cuesta y caminaremos por un tramo más llano dentro de no mucho, acercándonos a El Padrún


Seguimos coincidiendo con los caminos GR-100 Vía de la Plata y GR-208 Anillo Ciclista de la Montaña Central, por lo que es posible que veamos aquí y allá también su señalética


A nivel carreteril salimos de El Rollu y entramos en Copián, seguimos en la parroquia de La Rebollá


Cuesta abajo en el valle está el lugar de La Barca, topónimo que hace referencia a la antigua existencia de una embarcación para el cruce del río. No olvidemos que hasta 1968 esa parte era la peor comunicada pues la carretera general pasaba por aquí


Ahora vemos muy bien el valle del Ríu Nicolasa, afluente del Caudal, a partir de Ablaña Riba, donde está la capilla de Santa Bárbara, patrona de los mineros, y uno de sus barrios, El Barriu Pachón, que sigue el valle arriba. En lo alto es El Cordal de la Cuba, cuyas máximas cotas son El Picu Caneo o Rasón (939 m), El Monte Vara (942 m) y El Picu Llosoriu (1.000 m), zona de minas de carbón de montaña, algunas a cielo abierto, ahora muy recorrida por los montañeros, pues una red de pistas mineras suben desde Ablaña y los valles de Valdecuna, Villameri y La Xuncar, existiendo varios yacimientos megalíticos de las antiguas civilizaciones pastoriles que poblaban estas montañas


Desde Ablaña Riba y por los lugares de Los Pareones, Les Quintanes y La Llerosa se sube al Pozu Nicolasa o San Nicolás, bien visible por su escombrera, castillete, bocaminas y casas de máquinas, que fue el último que cerró en el concejo de Mieres, en diciembre de 2024, y empezó a funcionar en 1860. Pasó tristemente a la historia por ser donde fallecieron 14 mineros en una explosión de grisú el 31 de agosto de 1995, lo cual conmocionó a todo el país e hizo que se mejorasen drásticamente todos los protocolos de seguridad minera. Compartimos de Wikipedia:
"Durante la madrugada del 31 de agosto de 1995, en la mina de carbón de Hunosa conocida como Nicolasa o pozo de San Nicolás, situada en la localidad asturiana de Ablaña, se produjo una explosión de grisú mientras 59 mineros trabajaban en la misma. 
La explosión sucedió a 400 metros de profundidad en la capa octava del pozo, situada entre la cuarta y la quinta planta y donde en ese momento trabajaban 15 operarios, de los que solo uno sobrevivió. Los otros catorce trabajadores, de entre 29 y 49 años, fallecieron. Diez de ellos, pertenecían a Hunosa. Los otros cuatro mineros muertos eran de nacionalidad checa y procedían de la subcontrata SATRA. «Los catorce de Nicolasa», como se pasó a denominar a los fallecidos, fueron: Anatolio Lorenzo Pedrosa, Jesús Trapiella, Luis Antonio Espeso, Eduardo Augusto Alves, Francisco Javier González, Elías Otero, Eugenio Martín Curieses, José Ignacio del Campo, Juan Manuel Álvarez, Manuel Ángel Fernández, Milan Rocek, Michal Klenot, Vlastimil Havlik y Miroslav Divoky. 
Fueron el resto de mineros que trabajaban en ese turno quienes comenzaron las labores de rescate con el apoyo de autorespiradores, a las que sumó poco después la Brigada Central de Salvamento Minero. 
El funeral por los fallecidos se celebró dos días después en la Catedral de Oviedo, siendo presidido por el entonces Príncipe de Asturias Felipe de Borbón y al que asistieron miles de personas."

El accidente fue el mayor de la historia de la minería pública en España y tras él se analizaron causas y responsabilidades. El impacto social de tan tremenda tragedia continúa en el tiempo...
"Tras el accidente, diferentes organismos realizaron investigaciones para determinar las causas que provocaron la explosión, llegando cada uno de ellos a diferentes versiones y sin que se haya llegado a una conclusión definitiva. La hipótesis de los mineros supervivientes que se encontraban en el pozo en el momento del siniestro fue la explosión de una gran bolsa de grisú que se localizó en el interior de la mina ya que no se estaban empleando explosivos. 
La Dirección Regional de Minas del Principado de Asturias concluyó que la causa más probable para el suceso fue la explosión de varios cartuchos de dinamita. Hunosa afirmó que se debió a una chispa en un electroventilador. Y, por otro lado, el sindicato CCOO en su propio informe, situó el origen del siniestro en el minador, la máquina extractora del carbón.​ 
Por su parte, la comisión que se creó en el Parlamento de Asturias se cerró sin llegar a determinar las posibles causas, pero resaltando las deficiencias en materia de seguridad dentro del sector minero y advirtió del deficiente mantenimiento que tenían las instalaciones, así como del uso de componentes eléctricos sin homologar y la ausencia de indicadores de presencia de ventilación.

Los tribunales atribuyeron parte de la responsabilidad a Hunosa, estableciendo que fue la deficiente ventilación la causa que provocó el siniestro. Esto, junto al informe publicado por la comisión del Parlamento asturiano, impulsó la modificación de los protocolos de seguridad en la minería pública española. Se establecieron cambios en la normativa para duplicar la ventilación en los fondos de saco, y se acotaron los límites de grisú, en el interior, al 0,5%. En la época del accidente, el límite de grisú en el aire permitido era del 1,5% y hasta no alcanzar ese nivel, no se debían desconectar los dispositivos eléctricos y mecánicos. Además, se implantó una nueva norma que ordenaba que todos los trabajadores debían retirarse a la zona de embarque antes de disparar dinamita. 

El Gobierno del Principado de Asturias decretó tres días de luto oficial. El 4 de diciembre de 1996 se inauguró en Mieres el Monumento internacional al minero, en homenaje a los catorce fallecidos. Se trata de una escultura de bronce de Miguel Ángel Lombardía, que se financió por suscripción popular. Este monumento cuenta con una llama en su interior que se enciende cada 31 de agosto en honor a los mineros fallecidos en Nicolasa, pero también cada vez que se produce una tragedia en la minería. 

En 1996, se estrenó el documental de José Antonio Quirós, Solas en la tierra, en el que participaron varias de las viudas de los mineros fallecidos en este y otros accidentes.[En 2021, el mismo director estrenó el largometraje documental Lámpara oscura que recogía los testimonios de las viudas de «Los catorce de Nicolasa» veinticinco años después del accidente."


A la izquierda del valle del Nicolasa está el Cordal de Siana con el pico de este nombre (671 m) y El Picu Roíles (695 m). Más atrás son los 1.000 m del citado Picu Llosoriu. En estos montes hallaría la muerte Robustiano Hevia, Tano, veterano sindicalista que había participado en el asalto al cuartel de la Guardia Civil de Olloniego en la Revolución de Asturias en 1934, exiliado en Francia hasta 1936 y que, al regresar con el triunfo del Frente Popular al que siguió la guerra civil, pasó a ejercer mando militar como comandante del Batallón de Infantería Asturias nº17 más conocido como Batallón Tano. Al caer el Frente Norte sería jefe de maquis en Asturias, pero fue delatado por un infiltrado, siendo tiroteado junto con su esposa durante una reunión en la Cueva del Diablo, sobre esta localidad de Ablaña, el 1 de enero de 1939, según datos que nos ofrece en su blog el sindicalista e investigador asturiano Antón Saavedra


Ahora sí que vemos un poco mejor el río Caudal frente al Polígono Fábrica de Mieres, construido tras la disolución de la citada empresa en 2010, la cual marcó la historia del valle, donde sus "altos hornos fabricaban hierro, usando como combustible el carbón extraído de sus minas, principalmente de la Comarca del Caudal. Formó un importante triángulo siderúrgico junto con la Fábrica de Moreda-Gijón y la Fábrica de La Felguera, aunque no llegó a tener la pujanza de esta última", como bien leemos en Wikipedia


Ahora vemos bastante bien, abajo, el gasoducto de suministro de gas natural, el cual llega a Vil.layana, en Lena/L.lena, tras enlazarse los preexistentes. En medio de la vega reconocemos la gran nave de PENSA, antigua fábrica de Mieres Tubos, así como la mayor parte de la población, bajo El Picu Polio


Mientras en el valle impera la primavera en la Cordillera aún prevalece el invierno en forma de nieve en las cumbres más altas, esta debió ser la razón por la que se abandonó prontamente la famosa Vía la Carisa en favor de Payares, sobre todo, y otros puertos a menor altitud, para comunicar con la meseta. Su nombre se debe al legado Publio Carisio que, bajo las férreas órdenes de Augusto, disgustado por diez años de guerra endémica, irrumpió violentamente a través de ella con sus legiones en la Asturia Transmontana, envuelto en un combate titánico ante la feroz resistencia astur en el Monte Curriel.los y L'Homón de Faro, a unos 1.650 metros de altitud


Copián, unas pocas casas, es un lugar muy importante para este Camino de San Salvador, pues en el año 1143 Gonzalo Bermúdez y su mujer Cristina Peláez donan la villa de Aguilar en Monte Copián, junto con las villas de Baíña, Lloreo y heredades en Riosa, a la mitra ovetense, a condición que se haga un hospital para peregrinos y transeúntes


En el año 1220, y descubriendo que nada se había hecho en todo ese tiempo, el obispo Juan dona una heredad en Monte Copián para que "fabricasen un hospital, que no solo sirviese para hospedar a los peregrinos sino también para defender aquel desierto de los ladrones que continuamente asaltaban a los caminantes". Este documento daría una pista por lo tanto de una de las posibles razones del porqué del nombre del barrio El Rollu


Del hospital de Copián nunca más vuelve a saberse pero décadas después ya aparece el de San Lázaro en La Rebollá, que a todas luces parece su sucesor, el cual dará servicio asistencial hasta el siglo XVIII cuando, al disminuir la endemia leprosa y con las nuevas ideas ilustradas, esas fundaciones desaparecen y pasan al Real Hospicio de Oviedo, subastándose sus bienes. En Románico digital se explica así la historia de este enclave, donde habría además un convento con su iglesia, dedicada a Santa María:
"Es un lugar de la parroquia de La Rebollada, situado bajo la ladera sur del Picu Gúa a 330 metros de altitud en las dos márgenes de la carretera AS-242. Su emplazamiento se localiza en una antigua vía de comunicaciones, que en la época romana comunicaba con las ciudades de Lugo de Llanera y Gijón, y en la Edad Media conducía a los peregrinos procedentes de León a San Salvador de Oviedo. 

El lugar está bien documentado en la Edad Media en relación con la peregrinación. En 1103 Alfonso VI donó a San Salvador de Oviedo la villa de Baiña y una heredad en el Monte Copián para que se edificase un hospital de peregrinos. En 1143 Gonzalo Bermúdez y su mujer concedieron a la catedral de Oviedo el lugar de Aguilar con la iglesia de Santa María, que habían construido allí, las villas de “Verlia” y Loredo y las de La Foz y Villamar en Riosa. En esta escritura se establece que después de la muerte de ambos debía permanecer todo en derecho de la Iglesia de Oviedo, no cediéndose a ninguna persona, seglar o eclesiástica, sino a un hombre religioso que atendiese a los peregrinos y transeúntes. Uría Ríu relaciona el lugar mencionado en el documento con Copián y afirma que, o bien el hospital aún no se había construido, o que esta donación datada en 1143 venía a completar la cuantía de bienes que tenía. Sin embargo, la identificación con Copián que realiza Uría Ríu no está suficientemente contrastada. Puede ser que las concesiones recogidas en el documento se efectuasen con el fin de construir otro albergue en Aguilar, un lugar cercano a Copián, que según testimonios orales contó también con un hospital que, por tradición, los vecinos localizan en una vieja casa del pueblo. 

Otro documento fechado en 1220 viene a indicar que la construcción del establecimiento asistencial de Copián no había llegado a realizarse en el siglo anterior. En él consta que el obispo Juan, con el prior y el cabildo de la Iglesia de Oviedo, dan a Martín Arias y a Pelayo Yánez una heredad en el monte Copián, cuyos límites son Santa María de Copián y Santa María de Aguilar, llegando por la parte de abajo hasta el río Caudal y por la de arriba hasta el término de La Peña. La heredad se concede con la condición de construir allí un hospital para el recreo de los pobres y con el fin de poblar aquel lugar para que los peregrinos y transeúntes pudieran eludir los peligros, pues los malhechores y ladrones eran frecuentes en la zona. De este hospital no volvemos a tener noticias escritas, según Uría Ríu. No obstante, es posible que un convento, que también se localizaba en Copián, pasase a desempeñar las funciones de la dicha alberguería, pues la tradición oral señala que también acogía a las gentes que pasaban."

Algunos investigadores han querido ver piedras del antiguo hospital en algunas construcciones, así como de la antigua iglesia de Santa María:
"Del mencionando convento, actualmente desaparecido, procedían varios vestigios, que en origen formaron parte del conjunto asistencial de época románica. Algunos de ellos se conservan aún en una casa de la localidad y en su huerta y otros, que se encuentran en paradero desconocido, fueron dibujados por Benxa en su Laminarium. Todos estos restos denotan una relación evidente con otras muestras emplazadas en torno al camino de peregrinación en los concejos de Lena y Mieres.

Se trata de varios elementos pétreos que quizá hayan formado parte de una portada del edificio primitivo. Una de las piezas, que parece proceder de una imposta, está adornada con una moldura de dientes de sierra; otras dos, de las que una adopta forma de dovela de un arco, se decoran con un zigzag doble y unido por los vértices para dar origen a una retícula romboidal, motivo bastante repetido en las arquivoltas de las portadas románicas asturianas. A estas piedras, que podemos ver en la actualidad, hay que añadir otras dos desaparecidas y dibujadas por Benxa, que se ornamentan mediante dientes de sierra y taqueado jaqués, repitiendo los repertorios ampliamente difundidos a través de la ruta de peregrinación. 

Las piezas comentadas, como otra lisa con el ángulo en bocel, por sus características y repertorios pueden fecharse en el siglo XIII y debieron de pertenecer a las construcciones llevadas a cabo en Copian a partir de la donación realizada en 1220 para la construcción del hospital."

En Cobián se acaba La Cuesta la Rebollá, ahora todo el trayecto es mayormente llano hasta El Padrún, a dos kilómetros de aquí y que, prácticamente, ya vemos en la distancia, a la derecha de La Sierra Llagos


Casa Laura viene a ser la última de Copián en dirección a El Padrún; compartimos esta reseña de Copián en Un lugar para vivir de El blog del mierense:
"Etnográficamente hablando destacamos varias casas de piedra y una panera que se encuentra en el centro del pueblo. 
Junto con las anteriores viviendas encontramos una gran parte de casas de una sola planta que se mezclan con algunas (pocas, la verdad) de dos plantas. 
En total unas dieciocho viviendas forman este pueblo, algunas de ellas situadas en fincas independientes. 
COPIÁN destaca también por sus vistas de Mieres y por la buena comunicación (como ocurre con todos los pueblos de esa zona) que tiene con la villa ya que dos líneas de autobús –Enferbús y Emutsa- hacen que los tres kilómetros y medio que hay desde el pueblo hasta el centro de Mieres no sean impedimento para aquellas personas que viven en el lugar y no tienen vehículo propio."

Bajo nosotros admiramos esta hermosísima pradería de Copián, que llega abajo a La Barca, viendo, en la vega del Caudal, la Central Térmica de La Perea, del Grupo HUNOSA, que empezó a funcionar en 1995 y que, en 2025, cesó la combustión del carbón para emplearse en biomasa


Al otro lado del río Caudal vemos la ladera boscosa de Sopena que baja de La Meruxega. Más allá es El Xerru la Gobia con Los Reconcos (839 m), seguido del Monte Frechura (721 m) 


El Monte Frechura, fronterizo con Morcín, tiene realmente dos cimas, como bien podemos apreciar, siendo la menor de 718 m. A sus pies El Ríu Llamo o Riosa da sus aguas al Caudal, donde se encuentra la foz o desfiladero de Parteayer. Más lejos asoma un poco El Picu Figares (524 m)


La actual carretera N-630 cruza el valle hacia de los túneles de La Peña'l Miel o Peñamiel, a la izquierda, yendo hacia las citadas montañas y, a la derecha la A-66, hace lo propio con los túneles de El Padrún, bajo la Sierra Llagos. A la derecha del Caudal está la parroquia de Baíña, Baíña, tal vez 'tierra de Vadinius', acaso vinculado a los prerromanos vadinienses en el oriente de la actual Asturias y occidente de Cantabria, aunque vado es también 'cruce de río'. Vemos a la derecha el barrio de Cardeo Riba, junto a los túneles y en una amplia vega. A la izquierda Cardeo Baxo. A lo lejos la Sierra Llagos y el Monsacro, formando entre ellos el desfiladero por el que pasa el Caudal, presto a unirse al Nalón. Peñamiel se dice que debe su nombre a consecuencia de la miel de los enjambres silvestres que había en la pared caliza


A la derecha de la Sierra Llagos está La Campa les Monxes, que no sabemos si tendría que ver con las posesiones de conventos femeninos como el de San Pelayo. A su derecha, y encima justo de Cardeo Riba y los túneles de la A-66 bajo El Padrún, están las casas de La Gatera y El Navalín, en la frontera con la parroquia ovetense de Olloniego


Allí se distingue perfectamente el tajo de la cantera de Valmurián, con su impresionante corte vertical. En las cercanías se localizó un castro astur en 2022, el de La Peñona o Peñales, el cual sin duda controlaría este viejo camino sin duda mucho antes que llegasen por él los romanos de Publio Carisio camino del famoso castro de Noega, sobre la bahía gijonesa, donde colocarían las famosas Aras Sextianas en honor de su Augusto emperador en la última frontera de su creciente imperio


Y, en el mismo Camino y justo antes de El Padrún, otra referencia histórica muy importante, Aguilar, cuyas casas divisamos a lo lejos, a la derecha de la cantera de Valmurián, y por donde pasaremos dentro de poco, pues es la antesala misma de El Padrún, que va a continuación


En línea recta Aguilar se ve bastante cerca, si bien hemos de recordar que la carretera sigue la sinuosa ladera de la montaña. Sin duda el topónimo tiene que ver con la abundancia, antiguamente de águilas, más que otras interpretaciones, pues como dice García Arias,  "No parece fácilmente demostrable que los topónimos del tipo Aguilar, actuales o medievales (...) tengan nada que ver con ningún emplazamiento de las “águilas” de la conquista romana ", aunque imaginarnos dichos estandartes con Publio Carisio al frente no deja de ser bellamente evocador


El topónimo puede tener varias acepciones, desde zona de águilas a terreno orientado al norte o expuesto a los vientos del norte. Es bastante común en la diplomática medieval y da origen a la palabra aquilón, viento del norte o lluvioso. En Aguilar estaba uno de los castillos del famoso Gonzalo Peláez"el conde rebelde", en cuyos muros se hizo fuerte contra el rey Alfonso VII y donde sería encerrado por este en 1137 tras ser capturado y presentado encadenado ante el monarca. En Aguilar sería avisado de su condena al exilio, marchando con sus leales a la corte portuguesa de Alfonso I de Portugal pero falleciendo al año siguiente, a los pocos meses, siendo su cuerpo traído de vuelta a Asturias por sus caballeros para ser enterrado en la capital


Aunque la carretera, como hemos dicho, va bastante llana a partir de aquí, seguirá con sus pronunciadas curvas. Un guardarraíl o quitamiedos la separa del boscoso precipicio


Tras una curva a la derecha le sigue otra a la izquierda, siguiendo la sinuosidad de esta ladera


Es posiblemente la parte más solitaria de la carretera, no no extraña que, en el antiguo camino, fuese la parte más expuesta a los asaltos. Los antiguos castros, castillos, villae, monasterios y hospitales, además de su función esencial, tendrían la de velar por la protección de gentes y mercancías, aunque en no pocos cados los señores feudales, o los guerreros de poderes como la misma mitra, saldrían al paso de los viajeros a cobrarles los correspondientes tributos en concepto de derechos de paso


De frente, Santa Llucía, también en la parroquia de La Rebollá, donde existió una ermita de esta advocación, hoy desaparecida, otra de las fundaciones religiosas de este antiquísimo itinerario


Abajo, en el valle, La Perea y otros lugares que pertenecen a la parroquia de Lloreo, lugar de lloreos 'laureles', donde el río hace un gran meandro y fija la frontera parroquial. Al fondo, en la distancia, vemos el Polígono Industrial Vega de Baíña, inaugurado en el año 2000. La que puede ser la referencia más antigua a este tramo del valle se remonta al año 1149, cuando el noble terrateniente Gonzalo Bermúdez, su posesor, dona los terrenos de Lloreo a la catedral de San Salvador, existiendo también referencias a su iglesia parroquial de San Pedro en la Relación del obispo Diego Aponte Quiñones al rey Felipe II en 1587


Ahí el río hace un gran meandro: las casas en primer término son de Lloreo y, al otro lado del río y guardado por una línea de arbolado, vemos parte de las naves del citado Polígono Vega de Baíña, con las casas del barrio de Trespalacio 'detrás del palacio', relacionado con alguna antigua casona del lugar


Más a la derecha está El Puente la Perea, donde la N-630 pasa sobre la AS-66, el río Caudal y el ferrocarril por la zona de Cardeo, 'tierra de cardos', de la misma manera que La Perea lo sería de peras o, acaso, de 'piedras'


De Baíña se dice salieron algunos de los primeros guerrilleros de las guerras napoleónicas que, a las órdenes de Juan Valdés y Gaspar Delgado, operaron en estas montañas hostigando las comunicaciones francesas por esta carretera cuyas obras se habían paralizado a consecuencia de la contienda


Plantaciones de ocalitos sobre Santa Llucía; al lado de la casa de abajo, en otra de las interminables curvas de la carretera del Padrún, hay un excelente mirador


Otra vez ante nosotros las estribaciones del Picu Gúa y La Sierra Fayéu, antiguo gran hayedo, dice su nombre, mientras que Gúa se relaciona con 'aguda', por la forma de esta cima, donde se han localizado túmulos megalíticos


El final de las antiguas caserías provocó que la rentabilidad de los terrenos se buscase en la plantación de especies de crecimiento rápido para la industria papeleras de las fábricas de celulosa, al abandonarse los antiguos pastos


Los primeros eucaliptos u ocalitos se plantaron en Asturias con fines ornamentales en algunas casonas y palacios de indianos, pero su rápido crecimiento fue inmediatamente observado, plantándose en cantidades ingentes, primero destinado a la minería para la entiba o apuntalamiento de las galerías, así como para la construcción


Más tarde llegó la producción más masiva aún para la producción de papel, llegando a plantarse con este monocultivo montes y cordilleras enteras


En torno a la vivienda, eso sí, no suelen plantarse, siendo ahí donde podemos descubrir algunas huertas y frutales, al igual que pequeños jardines. De todas maneras les ocalitales irán predominando en el paisaje forestal según avancemos hacia el norte y nos acerquemos a la costa


Llegamos a Santa Llucía pasando un puente sobre El Riguiru Cardeo en esta curva, el cual da sus aguas al Caudal en Cardeo Baxo, parroquia de Baíña, abajo en el valle


A la derecha, un camino va a un antiguo lavadero, tragado ya por la intrincada vegetación. Estos elementos cayeron en desuso cuando felizmente llegó el agua corriente a todas las viviendas, pero en muchos casos se mira por su conservación


Cruzado el puente subimos muy suavemente en otra serie de cerradas curvas en dirección a las casas


A la derecha un mojón de la ruta que parece de los antiguos, los colocados en la década de 1990, en los comienzos de la señalización y recuperación de las rutas jacobeas


Si bien con escasísimo tráfico, no nos confiemos en esta carretera y vayamos siempre ojo avizor en esta continuidad de curvas sin visibilidad que constituyen prácticamente todo su trayecto


Más a la izquierda del Xerru la Gobia y El Monte Frechura un manto de nubes cubre las cimas de la más alta Sierra del Aramo o, como dicen los pastores y naturales, El Puertu l'Aramo, cuya línea de cumbres cimeras pasa bien de los 1.700 metros de altura



El Aramo o Puertu l'Aramo, que veremos más despejado unos metros más adelante, se extiende unos 15 kilómetros de sur a norte y hace de frontera entre los concejos de Lena/L.lena, Riosa y Morcín por esta vertiente, con los de Quirós, Proaza y Santo Adriano por la occidental, al otro lado de su aquí tapada crestaería


Siempre en ligero y zigzagueante ascenso llegamos a las primeras casas de Santa Llucía. Si bien el paso de carros y carruajes no revestiría en tiempo demasiado peligro nada cuesta imaginarse el caos a veces imperante cuando se generalizaron los vehículos a motor, más veloces, por estas peligrosas sinuosidades


Cobertizos al pie de las casas, hechos aprovechando el alto muro de la carretera, que salva esta pronunciadísima pendiente en lo que fue una epopeya de ingeniería de las obras públicas de la Ilustración, aunque para hacerla fueron aún más problemáticas las barreras burocráticas y políticas que las geográficas, con guerras por el medio incluso


Otra parada de autobús, cuya línea regular sigue recorriendo este trayecto. Aún avanzado el siglo XIX, ya estando la carretera prácticamente acabada, las vicisitudes bélicas y socio-políticas retrasaron la puesta en marcha de la ansiada ruta de diligencias con León, por lo que los arrieros maragatos, como los de la saga de los Botas, de Castrillo de los Polvazares, al lado de Astorga, prestaron este servicio aprovechando sus rutas comerciales, trasladando sobre todo funcionarios y estudiantes a lomos de sus mulos o machos


Estas rutas comerciales existían al menos, pues empiezan a estar documentadas, desde el medievo, pero su origen sin duda ha de ser remotamente anterior, sobre las principales y sus caminos se trazarían las primeras carreteras, como es este el caso, del que escribe Joaquín Ocampo y Suárez-Valdés, de la Universidad de Oviedo en Caminos y economía (II): Jovellanos y la carretera de Castilla(un informe y tres cartas inéditas):
"I. La Asturias de la carretera de Castilla: «la Siberia del norte» 

En 1772, Jacinto Avella Fuertes, comisionado por el gobierno a efectos de reconocer las comunicaciones regionales, no encontró mejor metáfora con que aludir al aislamiento del Principado que la que encabeza este apartado. Y es que para el hombre de la Meseta, como escribiera Domínguez Ortiz, «el mundo situado al otro lado de las montañas era remoto y peligroso». Esa misma impresión se repetiría en la crónica de los viajeros ilustrados. Uno de ellos, Townsend, al acercarse a la Pola de Somiedo, no pudo menos que escribir: «Si Shakespeare hubiera pasado por aquí, su imaginación jamás habría prestado atención a los acantilados de Dover».

Pero vayamos a la economía. Amortizada la propiedad, el crecimiento demográfico del siglo XVIII había conducido inevitablemente a una progresiva elevación de las rentas y de los precios agrarios. La creciente tensión entre población y recursos, en otros tiempos atemperada por la introducción del maíz en las rotaciones de cultivos de las erías, tendía a resolverse por dos vías: subdividiendo las caserías y roturando tierras comunales. En este último caso, lo que se hacía era ampliar el área de cereal a costa de la de pastos. A largo plazo se trataba de una mala solución: la restricción de pastizales suponía la reducción de la cabaña ganadera y, por lo mismo, de las disponibilidades de tiro, abono y proteínas animales. Dado que los cultivos se extendían a tierras marginales y de peor calidad, los requerimientos de estiércol eran mayores. Al no darles abonado, el espectro de los rendimientos decrecientes no se hacía esperar. Desde 1780, las crisis agrarias y de subsistencias, así como las hambrunas, se reiteran con mayor frecuencia. La esterilidad de las cosechas llevaba a muchos campesinos a verse «en la dura necesidad de usar para alimento de yerbas silvestres sin más condimento que cocidas con agua y sal». A la par, las tensiones sociales acababan expresándose en la multiplicación de pleitos entre aldeas y «hacendados poderosos». El propio conde de Toreno veía en la «abundante transmigración de estos años» un síntoma inequívoco de que la economía asturiana había alcanzado su techo maltusiano. 

Un par de datos más ayudarán a perfilar el contexto histórico que explica la urgencia de Jovellanos en demandar la carretera de Castilla. El primero se refiere a la falta de iniciativas empresariales. La estrechez del mercado interior, debido a la escasa renta familiar de los labradores, ahogaba cualquier expectativa de beneficio para los negocios fabriles o comerciales. Por lo mismo, quienes disponían de capitales optaban por la adquisición de bienes raíces. Más que de «deserción» burguesa, cabría hablar de una suerte de capitalismo terrazguero —así lo llamó G. Menéndez Valdés en 1774— que respondía plenamente a la lógica o racionalidad económica del momento. El segundo dato tiene relación con la balanza comercial. En 1780, Asturias vendía a otras regiones por valor de 5,9 millones de reales, y compraba por valor de 16. De las exportaciones, un 67,7% procedían de Castilla; de las entradas, un 53% tenía el mismo origen. 

Admitida la inalienabilidad de los derechos de propiedad, para Jovellanos, como ocurriera con Campomanes y otros economistas ilustrados al servicio de la causa pública, la «felicidad pública» —la riqueza del Estado y el bienestar de los súbditos— debería alcanzarse sin cuestionar el orden institucional vigente. Es en este marco en el que cobra pleno sentido la apuesta de Jovellanos por las infraestructuras marítimas y terrestres. Circunscribiéndonos a la carretera de Castilla, así de rotundo se mostraba el gijonés al explicar a la administración las causas que la demandaban: Asturias…
no teniendo ninguna comunicación con las provincias meridionales de la Península, su industria y su comercio se halla en el mayor desaliento. Trato de abrir una comunicación sin la cual jamás podrán prosperar las provincias de León y Ponferrada, de Zamora, Salamanca y Ciudad Rodrigo (…); todas estas provincias necesitan una comunicación directa con Asturias, tanto más que el mismo Principado. Acaso se dirá que estas provincias no tienen en el día grandes sobrantes que extraer; pero el objeto de este camino es que los tengan».
Jovellanos apelaba directamente a las economías externas generadas por los transportes: dado que anulaban la protección geográfica que brindaban la distancia y el aislamiento, las infraestructuras contribuían a ampliar el mercado y a especializar las economías regionales. Estas últimas, de producir «un poco de todo» pasarían a producir para el mercado. Pero, además del impacto macroeconómico, los transportes, al incrementar cargas y velocidad, al rebajar portes y tiempo, al mejorar la seguridad y la información; en definitiva, al reducir los costes de transacción, estimulaban la actuación empresarial y la inversión. Jovellanos legitimaba la inversión pública en infraestructuras desde un modelo analítico lítico que, sin dejar de compartir la herencia de los «proyectistas» de la primera mitad del siglo, incorporaba las aportaciones de la mejor literatura económica europea del momento."

La Carretera de Castilla se puso en marcha dentro del contexto de las obras públicas de la Ilustración y sus grandes cambios y transformaciones. Hasta entonces los viejos caminos reales de época medieval y raíz romana o, en muchos casos, prehistórica, eran las únicas vías de comunicación, estando su reparación y mantenimiento a cargo de la vecindad, trabajando, en el caso de Asturias, a sestaferia, trabajo comunitario del sábado, el 'sexto día' o sexta-feria. El ilustrado prócer gijonés Gaspar Melchor Jovellanos se haría cargo especialmente del proyecto, que pronto chocaría con las rencillas localistas:
"La demanda de la misma debe ponerse en relación con la política de obras públicas inaugurada con la R. O. de 10 de junio de 1761 por la que se aprobaba un plan estatal de caminos radiales que abrían las comunicaciones entre Madrid y las fachadas marítimas periféricas. El mayor peso de las burguesías regionales vasca y cántabra explicarían la exclusión inicial de la salida de la Meseta al mar por Gijón. Posteriormente, las presiones del Principado y la capacidad negociadora de Campomanes lograron que el camino Gijón-León se incluyese en las dotaciones presupuestarias que, sobre las rentas de salinas, se destinaban a la red carreteril. Hasta entonces, la sextaferia y los repartimientos concejiles eran prácticamente los únicos medios disponibles para la construcción y el mantenimiento de la red viaria regional. El 8 de abril de 1771 se aprobaba el proyecto de la carretera de Castilla por Pajares, de Marcos de Vierna, frente a la competencia de otras rutas y planes alternativos11. Las obras, iniciadas en 1771, se interrumpían en 1778, cuando se llevaban construidos 21 kilómetros del tramo Oviedo-Mieres. En 1779 se aprobaba el tramo Gijón-Oviedo: colocada la primera piedra en 1782, se concluía diez años después, coincidiendo con el nombramiento de Jovellanos como subdelegado de Caminos.

Hasta esa fecha, Jovellanos había redactado seis informes o representaciones y una Instrucción. Salvo los dos primeros, de 1783, en los que justifica en términos económicos la necesidad de la carretera, en los restantes se trataban cuestiones administrativas y competenciales suscitadas por los recelos y localismos existentes entre las corporaciones municipales de Oviedo y Gijón, y entre ambas y la Junta General."

La serpenteante Carretera de Castilla con sus cuestas y curvas, Jovellanos se dio cuenta que, por si no fuera poco, las guerras endémicas con otras potencias hacían peligrar el proyecto, por lo que reclamaba su pronta culminación:
"Aprobada la carretera, más que acumular argumentos justificándola, se trataba de ejecutarla lo antes posible. Por ello, los escritos de esta etapa tienen un contenido fiscalista y financiero al servicio de la legitimación de los arbitrios precisos para alcanzar la suficiencia financiera del proyecto. Existían, además, otros factores adicionales que explicaban el cambio de estilo. En primer lugar, la coyuntura abierta por lo que Fontana calificó en su día como «quiebra del Antiguo Régimen». Las guerras contra la Convención francesa e Inglaterra, y los primeros momentos de la emancipación colonial cuestionaban el estado de las cuentas públicas con los consiguientes riesgos para la viabilidad de las obras públicas iniciadas. En segundo lugar, Asturias vivía calamitosas hambrunas y carestías en la década final del siglo. En 1796, en la Junta General celebrada en 22 de agosto, se exponía así la urgencia de la obra:
En ningún momento como el presente se reconoce la falta de apertura de la real carretera para el transporte de los precisos granos para el alivio de los naturales."

Así, para acelerar la obra, una disposición de la Dirección General de Caminos de fecha 18 de enero de 1797 otorgaba a Asturias la facultad de proponer arbitrios adicionales a los ya destinados para la carretera, procedentes de las rentas de la sal, elemento fundamental para la conservación de alimentos y cuya protección comercial se prolongó en el tiempo mucho más de lo necesario, aunque teóricamente sus impuestos deberían contribuir a obras de envergadura tal que esta, saludada por Jovellanos así en su Diario del 24 de diciembre de 1797:
«¡Carretera! Los directores, al fin, reconocen su necesidad (…); que sea yo director y el Principado proponga los demás arbitrios; el Príncipe de la Paz los halla insuficientes, aprueba el plan y pide otros; y la Dirección lo avisa a mí, al Regente, a la Diputación, para que lo hagamos de acuerdo…»

Pocos meses más tarde y tras sortear propuestas menos defendible como aplicar tasas sobre el ganado, Jovellanos escribe de nuevo con optimismo, pero vislumbra ya nuevos inconvenientes legislativos:
"Por nuestra parte está redondeada una empresa de la mayor importancia (…); esta provincia, con una comunicación fácil, tendrá gran comercio, creará una gran industria, y llevará su agricultura a la mayor perfección. Los estorbos que vienen de parte de la ley no pueden dejar de removerse, pues se va difundiendo el estudio de la economía."


La Carretera de Castilla gozaba, y goza de unas impresionantes vistas, pero el concepto de belleza del paisaje, en aquel momento y salvo excepciones, era muy diferente al actual, primando la bonanza del terreno y la facilidad de tránsito sobre otras consideraciones que, acaso hasta el romanticismo decimonónico, no tendrían lugar. Acaso, por ciertos relatos, existiesen más sensaciones de 'espanto' o impresión ante tal feracidad del paisaje que de hermosura en el sentido actual del término


Entre El Xerru la Gobia a la derecha y La Sierra la Meruxega a la izquierda reconocemos Peña Manteca (786 m), en la frontera de Mieres y Morcín, con El Colláu Pandu a sus pies y El Colláu Planu detrás, admirando siempre al fondo las calizas laderas del Aramo, que ocultan sus crestas entre las nubes


A la derecha una antigua fuente casi oculta en la cuneta proporcionaba agua a gentes, ganados y caballerías. Tras sus últimos escritos relativos a la carretera, nuevos encargos apartarán a Jovellanos de la misma, dice Ocampo y Suárez-Valdés:
"Poco tiempo después de realizar estos apuntes, Jovellanos salió en «comisión secreta» a La Cavada. A su vuelta a Asturias, los nombramientos para la embajada rusa, primero, y para el Ministerio de Gracia y Justicia, más tarde, distraen su atención hacia asuntos de mayor urgencia. En 1799, sintiéndose exonerado de su cargo en la carretera, lo comunica a la Junta y comienza a desvincularse de las obras."

La Carretera de Castilla se dio por terminada en 1833, en un momento en el que se habían dejado atrás las guerras napoleónicas, la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y, aparentemente, lo más grave de las disputas entre liberales y absolutistas, pero pronto volverá la incertidumbre con las guerras carlistas. Próximo estaba ya además otro medio de locomoción terrestre que, durante muchas décadas, pareció ganarle la partida en este campo a las carreteras, el ferrocarril


Pero la carretera prevaleció, ya en la década de 1960 el triunfo del utilitario y del transporte por camión y autocar-autobús hizo ver que era inviable invertir más en esta vía de El Padrún, desde 1939 N-630, por lo que se decidió hacer una nueva por el valle, más segura y transitable, abierta como hemos dicho en 1968. La ingente afluencia de tráfico rodado hizo que, menos de un cuarto de siglo después, en 1983, se inaugurase la Autovía A-66, luego culminada diez años después saliendo a la meseta por el túnel de El Negrón, en el lenense valle del Güerna (Autovía del Huerna). Dirigió las obras un descendiente de Jovellanos, Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos, luego jefe de la Demarcación de Carreteras de Asturias, quien descubrió una muy emblemática placa que dice:
«Reinando Carlos III se construye por el Padrún como camino definitivo la Carretera de Castilla. Hoy, dos siglos después y siendo Juan Carlos I Rey de España se inaugura este tramo de la Autovía de la Plata, pieza clave de la Nueva Carretera de Castilla. 31 de agosto de 1983».

Y así, esta histórica carretera fue bajando de categoría, pasando a ser la AS-242 y luego la AS-375, básicamente de comunicación local para estos pueblos que fueron despoblándose, tanto con el traslado de la carretera general como con el declive de la minería y las antiguas industrias


En la actualidad, la reindustrialización con nuevas empresas y polígonos, la saturación de los núcleos urbanos principales, y la generalización de prácticas deportivas como el senderismo y el montañismo, además de la promoción del Camino de Santiago y del Salvador abren nuevas expectativas en este aspecto


Llegados al mirador de Santa Llucía contemplamos la gran curva de la carretera que hemos dejado atrás desde Copián, cuya gran pradería bajo las casas del solar del antiguo monasterio divisamos desde aquí


Más allá de Copián, Mieres ya se ha ocultado a nuestra vista, pero no así las más altas cumbres de la Cordillera, que se divisan no pocas de ellas desde la misma costa


Maravillas de la naturaleza y el paisaje que nos recuerdan la odisea de las comunicaciones asturianas desde que Publio Carisio se atascó con sus águilas en La Carisa, al menos desde que sabemos documentadamente. Más al este, los puertos alleranos de Piedrafita, Vegará y La Raya-Puertu Braña (San Isidro) fueron otras rutas salvadoranas desde el valle del Bernesga a la cuenca del Caudal, ahora reconocidas como Camino de Santiago Allerano


Curva a la derecha al salir de Santa Llucía, un verdadero circuito de carretera de montaña pese a que El Padrún es un puerto no demasiado alto, de los de tercera categoría, tan solo 385 m sobre el nivel del mar, pero esta carretera no tiene nada que envidiar a las más enrevesadas de los puertos más altos


Las laderas parecen casi verticales y en ellas crece, de la carretera arriba, una intrincada maraña de ocalitos con maleza mas algunos árboles y arbustos autóctonos sobre la calzada. Se hacen evidentes algunas obras de ensanchamiento, pues esta carretera nunca fue abandonadas sino que se hacen periódicamente mejoras y arreglos


Enfrente del nosotros El Colláu, casa solitaria en medio de la carretera; de ella hacia abajo hay praderías pero también bosquetes y alguna ocalital. Observemos los frutales, floridos en primavera temprana


Desde aquí si vemos bien ahora el gran meandro del Caudal, río que nos ha acompañado como tal desde Los Tableros o El Taruelo, cerca de Uxo, en Mieres, pues ahí confluyen los ríos Aller/Ayer y Lena/L.lena, que son los que los forman. Durante bien de tiempo todo su curso fue denominado documentalmente Río Aller antes de ser el Río Grande y luego, para separarlo de otros de idéntica denominación, pasar a ser el Caudal, en la actualidad canalizado en la mayor parte de su trayecto


Esta vega, o vegas, del gran meandro, conformaron un muy importante núcleo de comunicaciones, tal y como podemos comprobar, con carretera general, la N-630, que vemos a la izquierda; la autovía y dos  ferrocarriles, vía ancha y vía estrecha, justo bajo nosotros y, ente ellas, varias carreteras locales, cada vía con su respectivo puente


La carretera N-630, abierta en 1968, repetimos una vez más, para sustituir a la del Padrún, vemos que sigue un trayecto bastante paralelo al río, siguiendo la forma del valle, mientras que, abajo, la AS-66 y el Ferrocarril Gijón León, el de vía ancha, van rectos, de izquierda a la derecha con sus túneles bajo El Padrún


Realmente hay hasta cuatro puentes en el 'vértice' del meandro (abajo a la derecha de la foto), tres ferroviarios, mas un cuarto, (el que está más arriba de ese grupo), por el que el camino que desde el núcleo principal de La Perea (abajo a la izquierda) y pasa bajo la N-630 en su gran curva, cruza el Caudal y enlaza en la ribera derecha con la carretera MI-8 que sigue hacia la Vega de Baíña y su polígono, en paralelo a otra línea ferroviaria, la de vía estrecha, antiguo Ferrocarril Vasco-Asturiano, también con su puente (al lado del de la carretera

A continuación de La Perea y la izquierda de la N-630, identificamos la gran factoría Thyssen Norte, inaugurada en 1994 dentro de los proyectos de reindustrialización de las cuencas mineras

Más allá del área industrial, casi oculto por las montañas y arboledas, Lloreo con su parque empresarial, cabeza de la parroquia que se extiende a la izquierda del Caudal. Esta zona fue antaño muy privilegiada por sus fértiles vegas, luego jalonadas por un tren minero más, que en 1917 puso en marcha la Sociedad Hulleras de Riosa, inaugurada tras muchos problemas en 1922 y clausurada en 1969, hoy ruta senderista


Seguimos caminando y pasamos El Colláu, una casa solitaria en un corto tramo recto de esta tan sumamente sinuosa carretera, cuyo escaso tráfico, reiteramos nos permite caminar con relativa seguridad y disfrutando del entorno. Si no hubiera ocurrido así, sería absolutamente impracticable para los peatones


El Camino de Santiago es así, no busca necesariamente el trayecto 'mas bonito' según los parámetros actuales, sino el histórico de los antiguos peregrinos o el más aproximado, como aquí la Carretera de Castilla se superpuso al Camín Real, más antiguo, a partir del último tercio del siglo XVIII


Por eso, incluso trayectos con asfalto, como este, nos ofrecen, además de paisaje, grandes dosis de historia caminera, prácticamente a cada paso que damos y en cada piedra del Camino


El industrializado, y reindustrializado valle del Caudal, por ejemplo, no ha perdido del todo su paisaje natural, en el que se ven las huellas de la minería desde sus albores decimonónicos. Abajo tenemos la antigua térmica con Ablaña de Baxo al pie del Cordal o Sierra la Meruxega, con la muy triangular-piramidal estructura del Picu l'Águila en primer término. Más atrás son las reseñadas serranías del Cordal de la Cuba, Picu Llosoriu, Cordal de Gal.legos...


El Picu la Vara (942 m) con El Picu Llosoriu (1.000 m) a la derecha, destacan en la distancia con sus elevadas y picudas cumbres. Un poco más bajo es El Picu Caneo o Rasón (939 m)


Poco más abajo, el valle del Ríu Galián, por donde bajaba el carbón de las minas de la montaña del vecino concejo de Riosa para su embarque ferroviario de La Perea. El carbón de la Cuenca del Caudal buscó tener su puerto propio en San Esteban (de Bocamar o de Pravia) en la desembocadura del Nalón, a través del Vasco-Asturiano


Las nubes del Aramo se han disipado en parte y ahora podemos ver alguna de sus excelsas cimas más allá de Peña Manteca, en concreto el sector de una de sus más emblemáticas cumbres, como El Picu Gamonal (1.710 m) y divisoria de los concejos de Morcín, Riosa y, al otro lado, Quirós


Más abajo son las laderas de la cabecera del valle de Lloreo, con las casas de La Llosa Alfonso y, a la derecha, Tablao Cimeru y Tablao Fonderu


El Aramo es una gran referencia visual y geográfica que se extiende de sur a norte, a partir de la Cordillera Cantábrica al norte del sector de Peña Ubiña o Pinubina, hasta los grandes valles centrales asturianos al sur de Oviedo/Uviéu, el corazón geográfico de Asturias, sobre la confluencia de los valles del Caudal, el Nalón, el Nora y el Trubia


Sus cotas cimeras no llegan a los emblemáticos dosmiles de los cordales de la Cordillera pero, al no tener cumbres más altas ni al este ni al oeste ni al norte, se ven desde muchísimos kilómetros de distancia y en todas direcciones


Realmente, a pesar de la altitud y de lo abrupto, toda la serranía es terreno en el que la peña caliza gris comparte espacio con hermosas camperas verdes de grandes pastizales en sus majadas, mayadas o mayeos. Milenarias civilizaciones pastoriles dejaron patente su presencia desde la más remota noche de los tiempos con sus necrópolis funerarias y monumentos mágico-religiosos, ofrendas y quizás algunas tradiciones y reminiscencias legendarias que han llegado a nuestros días, empezando por buena parte de la misma toponimia


Hoy como ayer, El Puertu l'Aramo es zona de ganados en verano, cuando la hierba surge tras irse el manto blanco de las nieves. Pastos y agua para abrevar dieron, incluso en nuestros días, ocasión a rencillas ganaderas en las que se involucran concejos enteros. No en vano parece ser que, por esta razón fue también desde épocas muy remotas una suerte de divisoria natural plasmada posteriormente en las divisiones administrativas o en las mismas isoglosas lingüísticas


Constituye a la vez una suerte de paso entre los valles centrales asturianos del Nalón y Caudal, con los valles del Trubia, al otro lado de estas montañas, así como, cuando el clima lo permite, entre la meseta y el centro de Asturias. Ancestrales rutas de pastoreo, pero también de arriería, trashumancia y peregrinación atraviesan el Aramo y no pocos santuarios parecen cristianizar cultos prerromanos muy anteriores, como es el caso de la Virgen del Alba en Quirós


Dentro de este bagaje entre natural y sagrado se atribuye al Aramo ser lingüísticamente un teónimo dedicado a la divinidad céltica gala Aramo-onis, así lo presenta el profesor Martín Sevilla Rodríguez en su obra Toponimia de Origen Indoeuropeo Prelatino en Asturias (Real Instituto de Estudios Asturianos, 1980). El erudito Fon S.P. en su web Ástures nos habla de esta deidad y de esta su montaña en Aramo, un dios celta entre los Luggones astures:
"El conocido coloquialmente como El Aramo tiene el nombre de un dios celta. Es una sierra de la montaña asturiana que se levanta imponente en el centro de la región. Sus estribaciones comienzan a apenas 20 km de la capital del Principado de Asturias, y se elevan hasta casi los 1800 metros de altura en el alto del Gamoniteiro. 
Un enorme accidente geográfico como este no pudo pasar desapercibido a los astures luggones, que vivían en los valles centrales de la Asturia trasmontana. Sus cumbres cubiertas de bruma ofrecen muchas tardes un paisaje espectacular. Las nieves lo cubren con bastante frecuencia durante los meses fríos del año, y de hecho es una fuente de agua potable, entre otras, para la ciudad actual de Oviedo. 
El nombre Aramo ha sido identificado como un teónimo. En la línea de explicar la toponimia sacra de muchas de las montañas astures a un lado y otro de la Cordillera. Aramo tiene un paralelismo en un nombre de un dios celta que nos llega a través de la epigrafía. 
Dice Martín Sevilla que Aramo, -onis sería una divinidad de culto local, que en la Galia acabó dando un nombre a una localidad (igual que Lugdunum p.ej.) 
La imponente muralla divide el centro de Asturias, y la vía de comunicación hacia la meseta corre a los pies de este espacio, sagrado en tiempos antiguos. Quizá es lo que significa Aramo, (bifurcación), ya que en la Galia adquiere ese significado, y Sevilla lo pone en el contexto del culto a los lares viales, tan típico del noroeste prerromano. No se olvidó su carácter en siglos posteriores. En él se ubica el Monsacro (el monte sagrado), que emparenta el espacio sagrado prerromano con el mundo sagrado de la monarquía asturiana. Una pervivencia presente en el paisaje actual."

La toponimia, no siempre ciencia exacta no obstante, le plantea otros posibles orígenes etimológicos, así el doctor Xulio Concepción en su Diccionario toponímico de la montaña asturiana  (KRK ediciones 2001), sin desdeñar la opción anterior, propone su vinculación a la raíz del céltico ar-, ar-n con su variante ar-m, relacionado con valle y/o agua. En este caso conviene no olvidar que, aparte del agua para pueblos, villas y brañas circundantes, de aquí mana el agua que abastece a la ciudad de Oviedo/Uviéu a través del embalse de los Alfilorios


Pese a la nieve caída es fácil que podamos ver las impresionantes rampas de la carretera de montaña que sube a la majada de L'Angliru, a unos 1570 metros de altura y situada justo al sur del Picu Gamonal, que es famosa por sus pruebas deportivas y mítica meta de la Vuelta Ciclista a España, con pendientes de hasta el 23.5% en la temida Cueña les Cabres. Así nos explica la Wikipedia este fantástico 'hallazgo':
"En 1996 el asturiano y director de información de la ONCE, Miguel Prieto, después de visitar El Gamonal se puso en contacto con la empresa organizadora de la Vuelta Ciclista a España (Unipublic) proponiendo dicha ascensión como final de etapa. Esta propuesta no cayó en saco roto, estando como estaba en ese momento La Vuelta buscando un final de etapa del mismo renombre, resonancia y dureza como era la ascensión a los Lagos de Covadonga. En 1997 el Ayuntamiento de Riosa arregló la carretera y en 1999 fue por primera vez final de etapa. 
La mítica victoria de José María "Chava" Jiménez (1999) saliendo de la niebla y adelantando al ruso Pável Tonkov en los últimos metros encumbró a la cima del Angliru en el ciclismo internacional..."

En lo concerniente a la historia se vincula al Aramo, junto con las aún más altas estribaciones de las Ubiñas al sur, y que podemos tal vez divisar muy en la distancia (en ese caso nos parecería una prolongación de la misma cordillera) con el no menos mítico Mons Vindius de la última resistencia astur contra las legiones romanas de Augusto en las campañas de conquista del 25 al 19 a.C. 


Mons Vindius, del monte blanco, o del dios Vindos Vindonnus, otro teónimo celta al que se le busca relación con el santuario mariano de Bendueños en Lena/L.lena, no al paso mismo del Camino pero sí vinculado a él por su cercanía y por la existencia de un albergue de peregrinos en su antigua rectoral, como tuvimos ocasión se saber a nuestro paso por Erías camino de Campumanes


Si bien es cierto que la geografía y escenarios concretos de las guerras asturcántabras contra Roma están sujetos a numerosas interpretaciones y los nombres transmitidos por los cronistas clásicos abarcan en su ubicación, según el parecer de cada historiador, una amplia franja del noroeste peninsular, desde Peña Sagra y los Picos de Europa hasta las montañas del Bierzo, Ancares y los cordales astúricos


Las cumbres de esa grande y larga crestería del Puertu l'Aramo tienen una altura relativamente similar: al norte del Picu Gamonal están por ejemplo en Monrasiellu (1.674 m) y La Calzá (1.675 m), topónimo que sin duda alude a un viejo camino pastoril por dichas cimas que, recordamos, se hallan entre grandes camperas, hondonadas, depresiones, y pastos aprovechados por culturas pastoriles desde los albores de la ganadería en el Neolítico


Al lado del Aramo y un poco más cerca y al este de él se encuentra el Monsacro, monte sacro por excelencia, donde se dice se custodiaron las reliquias de Jerusalén, escapando de invasiones, las cuales se trasladaron a la Cámara Santa de la primer basílica de San Salvador, antecesora de la actual catedral Sancta Ovetensis, cuando Alfonso II asentó su capital, haciendo de ella un gran centro de peregrinación medieval. El Monsacro, también llamado La Madalena por la advocación de una de las dos capillas sita en las camperas de su extensa cima (la otra es la de Santiago), apenas asoma un poco tras El Monte Frechura


La que sí vemos es La Mostayal o El Picu la Mostayal (1.333 m), en la parte más septentrional del Aramo y fácil de reconocer al estar separado de su gran mole central por el collado de Pan de la Forca ('pando' o 'llano de la bifurcación'), uno de los seculares pasos de los valles centrales al valle del Trubia, acceso al quirosano pueblo de Pedroveya, famoso por sus fabadas y, de él, al citado valle por el desfiladero Las Xanas, topónimo referido a las ninfas asturianas que poblaban sus fuentes, ríos y espacios naturales


Observemos aquí abajo el profundo tajo que el río Caudal hace entre La Sierra Llagos a la derecha y El Monte Frechura a la izquierda, con sus famosos afloramientos rocosos de Peñamiel, bajo los que se horadaron los túneles de la N-630


Ladera abajo de La Sierra Llagos son las majadas de El Guitón, El Caleyu, Rozaes y Pilatoba, parroquia de Baíña. A la izquierda, en Frechura, bosques, praderas y hermosos peñascos conforman su contribución a este paisaje, a la vez feraz y salvaje como humanizado e industrial del valle del Caudal


Ahí están sus dos cimas 'gemelas' que permiten reconocerlo fácilmente; el topónimo Frechura está relacionado con el latín fractus, participio de frangere 'romper', 'desgarrar', vinculado a fragoso, 'abrupto', como lo es esta montaña, algunas de cuyas paredes son empleadas por escuelas de escalada, como comprobamos en el blog Camudando'l Camín, donde hay un soberbio reportaje fotográfico que queremos recomendar


Por supuesto, como todas las montañas y sierras circundantes, sus sendas y majadas constituyen un paraíso para los montañeros que las recorrer a lo largo de numerosas rutas


De la misma manera, abajo en el valle la vía verde del antiguo ferrocarril minero constituye todo un aliciente para los senderistas. Un poco más allá, sobre las casas, está el Área Recreativa de Lloreo, en un gran prado inclinado como una rampa y muy verde en las laderas del Xerru la Gobia, pues forma parte de la antigua estación para aquel antiguo ferrocarril de vía estrecha que fue de Hulleras de Riosa S.A., donde ahora se encuentra el Aula del Ferrocarril, a ella dedicada


Y es que estos montes formaban parte del Coto Riosa-Morcín, de explotaciones de carbón de hulla, que empezó su actividad en 1844 con varias compañías, las últimas la estatales siderurgia de Ensidesa y empresa minera Hunosa


Por los collados entre las quebradas montañeras se sabe de caminos que no solamente fueron de pastoreo sino también de peregrinaciones al Monsacro desde Mieres, pensándose que algunos peregrinos podrían acudir a visitar sus capillas donde, aunque ya no estaban las reliquias, sí estaban lugares especialmente devocionales como el milagroso Pozu Santu Toribio, en el interior de la de Santiago. Una comunidad eremítica habitaría esos parajes que, popularmente, se dice eran templarios, leyenda hermosa y muy extendida pero nada hay que lo demuestre de manera fehaciente 


A la derecha, el picudo Alto Magarrón anuncia nuestra cercanía a términos ovetenses


No llegamos a ver aún el pueblo de El Padrún pero sí sus inmediatos vecinos de La Gatera y El Navalín; el primero muy fácilmente vinculado a zonas de cría de gatos monteses, el gatu algaire, mientras que el segundo es un diminutivo de naval, relacionado con nava, palabra preindoeuropea equivalente a valle, aunque también puede estarlo con novalem 'barbecho'


En el viejo poste telefónico de madera, una de las señales identificativas del GR 100 Ruta Via de la Plata


Proseguimos pues trayecto con el Alto Magarrón orientándonos como un hito caminero más


Caminamos y caminamos pero podemos tener la sensación de, a pesar de ello, avanzar poco a poco, dadas las continuas vueltas y revueltas de la carretera


Otro corto tramo recto y ya tenemos, enfrente, las casas de Aguilar, las del castillo del 'conde rebelde' Gonzalo Peláez¡que no hemos de confundir con Gonzalo Peláez de Coalla, como a veces se ha hecho!, noble feudal, muy posterior al primero, que desde sus baluartes del valle del Cubia, al sur de Grado/Grau, quiso sojuzgar las poblaciones principales del centro de Asturias, contando con el apoyo del obispo Fernando IV. Peláez de Coalla fue además también derrotado en otro castillo muy cerca de aquí, el de Tudela, que veremos bajando a Olloniego desde El Padrún


No nos cansamos de admirar este paisaje desde el Caudal hasta el Aramo, que es como decir del valle a la montaña, dividida esta entre media montaña y alta montaña, la del puertu...


Realmente, a pesar de la altitud y de lo abrupto del Puertu l'Aramo, toda la serranía es terreno en el que la peña caliza gris comparte espacio con hermosas camperas verdes de grandes pastizales en sus majadas, mayadas o mayeos


Antiquísimos pobladores ganaderos, acaso trashumantes, dejaron patente su presencia desde la más remota noche de los tiempos con sus necrópolis funerarias y monumentos mágico-religiosos, ofrendas y quizás algunas tradiciones y reminiscencias legendarias que han llegado a nuestros días, empezando por buena parte de la misma toponimia


Estamos en el tramo más alto de este recorrido en la carretera, a unos 383 metros de altitud sobre el nivel del mar y a algo más de doscientos respecto al la vega del Caudal. También debe ser el de mayor visibilidad, como podemos comprobar en esta relativamente larga recta a la que le sigue una curva en ángulo recto hasta las primeras casas


Antaño, varios chigres-tienda abrían sus puertas entre Aguilar y El Padrún, como también los hubo en los pueblos que hemos dejado atrás. A veces era inevitable parar en alguno a causa del mareo causado por las curvas en los ocupantes de los vehículos, y el cansancio de la máxima tensión de los conductores


Más antiguamente, arrieros y carreteros o carromateros, así como diligencias, efectuaban las correspondientes paradas. Aguilar y El Padrún están a unos 8 kilómetros de Mieres y a la mitad de Olloniego, pero las mayores curvas de la carretera empezaban ahora, yendo a esta población. Nosotros no obstante las evitaremos en gran parte atajando por el viejo camino


A la entrada de Aguilar nos encontramos con el viejo lavadero, restaurado en 2003, de tejado a una agua apoyado en columnas de ladrillo. Tiene adentro dos pilones y sigue saliendo agua de su fuente, la cual sale a la carretera y arroya prado abajo


Un poco más adelante, a la derecha, sale el camino que sube a la capilla de la Asunción, fuera del Camino pero vinculada a él. Es muy posible que ese fuera un tramo del antiguo Camín Real anterior a la Carretera de Castilla y que estuviera vinculado al Castillo de Aguilar, además de a la misma ruta salvadorana y compostelana, como nos dicen en El blog del mierense:
"Desconocida, porque pese a estar a escasos veinte metros de la carretera que lleva a El Padrún, por la que transitan centenares de peregrinos a lo largo del año, pocas guías o páginas webs se hacen eco de ella y las que lo hacen se limitan únicamente a mencionarla. Ni una sola señal en Aguilar o en la subida a El Padrún recuerdan al peregrino la existencia de esta capilla.
El templo tiene su historia, que se remonta, al menos, al siglo XIII. Un documento del año 1220 hace ver que la aldea de Aguilar ya tenía iglesia y que El Padrún, como ahora, era fuente de paso de muchos peregrinos, tantos que en junio de 1220 “se crea en el Monte Copián, de cruz a cruz entre las iglesias de Aguilar y Santa María, un hospital en el que hospedar a los peregrinos y defenderlos de los ladrones que por allí andan continuamente”. 
Ese documento deja constancia de que en el siglo XIII ya había una iglesia en Aguilar. Quizás, por fechas, de estilo románico, como la que había en La Rebollá, demolida en 1921 para construir un templo más grande. Como aquella, la actual ermita de La Asunción poco conserva, exteriormente, de lo que pudo haber sido en el siglo XIII. Su estética actual muestra que tuvo que ser reconstruida o reformada en alguna ocasión a lo largo del tiempo.  
Del templo, deben destacarse o comentarse varias cuestiones: 
-Una fachada en la que destacan las formas. Desde los pequeños arcos que permiten destacar las vidrieras laterales, hasta los curiosos surcos que permiten crear bajo el tejado un falso relieve. En la cara principal destacan una serie de líneas que resaltan la vidriera situada sobre la puerta del templo. 
-Con campanario y arco de medio punto. La capilla cuenta con un pequeño campanario y se accede a ella a través de un arco que recuerda a los de medio punto. 
La fachada se encuentra algo desmejorada, pero nuestra guía nos aseguraba que la idea es volver a pintarla a lo largo de los próximos meses. 
-Recordando el Camino. En la vidriera situada sobre la puerta del templo se pueden contemplar las imágenes de una concha de vieira y de una Cruz de Santiago, símbolos estrechamente ligados al Camino y al peregrinaje a Santiago. 
-Un interior muy cuidado. Aunque por la fachada quepa pensar en un interior descuidado, la realidad es todo lo contrario. Por dentro, la capilla de La Asunción está impecable. Cuidadísima. Bien pintada, bien iluminada y sin una mota de polvo. 
Destacan, en el frente, una réplica de la Cruz de la Victoria. Preside el templo, en el retablo, una imagen de Nuestra Señora de la Asunción, acompañada por otras dos de la Inmaculada Concepción y San José. En honor a La Asunción se celebra, cada 15 de agosto, una misa en la capilla. 
-Más cosas. Destaca el altar, de granito, de grandes dimensiones. Desde dentro se aprecian aún mejor los dibujos de las vidrieras y los pequeños cuadros del viacrucis, que resaltan sobre el blanco que cubre las paredes de la capilla, iluminadas con la luz de una gran lámpara. 
Son muchos los peregrinos que dedican unos minutos de su tiempo a contemplar iglesias como la de Santa Eulalia, en Ujo, la de San Juan, en Mieres o la de Santa María Magdalena, en La Rebollá. Sin embargo, pocos acaban conociendo esta capilla, pese a estar al lado del Camino. Sin ser peregrinos, estamos seguros de que muchos mierenses desconocían la existencia de este templo. Confiamos en que este reportaje sirva para que se conozca un poco más la riqueza artística y monumental, de la que pocas veces se habla, del Camino de Santiago a su paso por el concejo."

En cuanto al Castillo de Aguilar, si bien se sabe que estuvo aquí, se desconoce su ubicación exacta, sin duda se trata de uno de tantos castillos que, acabada su función, fueron desmoronándose y sus muros convertidos en cantera pública para hacer casas, caminos, cierres de fincas, cuadras, o cal...


No sería de extrañar, pues que algunas piedras o los cimientos de algunas casas conservasen elementos del castillo, el cual es fácil estuviera en una posición prominente, en lo más alto, en el lugar de la actual capilla o en sus inmediaciones


En cuanto al papel del castillo en la prisión de Gonzalo Peláez y últimas páginas de su historia compartimos lo que nos ofrece Wikipedia de cómo transcurrió la última rebelión del conde, su captura y encierro aquí seguidos de su exilio portugués y muerte:
"Poniendo a prueba una vez más la clemencia regia, al cabo de año y medio, a finales de 1137 Gonzalo Peláez se alzó de nuevo en armas. Cuando estaba fortificando sus castillos en Asturias fue capturado por Pedro Alfonso, el sobrino de Suero Bermúdez, que lo presentó ante Alfonso VII encadenado. El rey lo envió prisionero al Castillo de Aguilar desde donde, después de algunos días, se le comunicó su destierro y «le fijó un plazo para que saliese de 'tota terra sua'». Marchando con sus leales a la corte de Alfonso Enríquez de Portugal, primo del emperador, Gonzalo «fue recibido con gran honor y la promesa de grandes recompensas». Al aceptar que el conde rebelde se exiliase en Portugal, el emperador reconocía «la existencia de Portugal como un reino independiente por cuanto se constituye como lugar susceptible de acoger desterrados procedentes del reino de León.» En efecto, el antiguo condado portugués intentaba consolidar su independencia frente a León, y se preparaba para reanudar la guerra, en la que el conde asturiano se había distinguido siempre Esto ocurría entre principios septiembre de 1137 cuando el primer día de ese mes Gonzalo confirmaba un diploma del rey leonés, y octubre cuando ya se encontraba en la corte portuguesa y confirmó como Gundisalvus comes un documento de Alfonso Enríquez. Sin embargo, según la Chronica Adefonsi imperatoris:
...por disposición divina, el conde es atacado por la fiebre y murió en territorio ajeno como extranjero. No obstante, sus caballeros transportaron su cadáver y lo enterraron en Oviedo...
El obituario de la catedral de Oviedo registró la muerte del turbulento conde en marzo de 1138."

Una concha del Camino en el pegollu de una panera al lado de la carretera indica que debemos seguir por ella unos metros más


La carretera puede ser llana pero las curvas no cesan, a cual más cerrada, como entre estas casas


Sigue luego un poco de recta hasta la entrada en el pueblo de El Padrún, bajo el cueto de Les Peñuques (453 m), por cuya cima discurre la frontera de concejos


El Padrún, que etimológicamente parece haber sido la antigua posesión de un Petronius o Patronius, pertenece a la parroquia mierense de Baíña y, viniendo de Mieres, el antiguo Camín Real y Vía de la Plata fue transformado en Carretera de Castilla, pero pronto hallaremos tramos intactos cuando dejemos esta actual AS-357 a la salida del pueblo


Ya en 1645, más de cien años antes que se comenzase a hacerse la Carretera de Castilla, en las Actas de las juntas y diputaciones del Principado de Asturias se manifiesta que "en el término del lugar del Padrum, arriba de Olloniego (...) eran imposibles algunos pasos si no se reparaban las calzadas, y en otras partes no se podía pasar por el camino de a pie ni de a caballo". Lo que hacía que ya fuese extremadamente perentoria una actuación para solucionar en problema que, sin embargo, tardó extraordinariamente tiempo antes de hacerse realidad


Cuando el sol castiga podemos cobijarnos al frescor del viejo lavadero, parecido pero a la vez algo más diferente al de Aguilar. Poco más arriba baja el camino de la capilla de la Asunción, por el lugar de La Piperona, topónimo aumentativo de Pipera, palabra con diferentes acepciones, dice García Arias:
"Sinónimo de canal en determinados lugares de Asturias es pipera o cañu. El topónimo La Pipa y La Pipera, así como La Piperona, es probable que puedan relacionarse con apela tivos como pipa, pipote ‘cuba’, acaso en alusión al depósito del agua. Pero también es posible encontrar parentesco con el asturiano pipa ‘vara’, próxima etimológicamente al latín PIPIARE ‘derramar lágrimas llorando’ o PIPIRE ‘piar y picar las aves’ , que debemos suponer con una variante expresiva *PIPPARE, en referencia a la salida discontinua del agua de algún sitio o depósito."

La Pipera podría guardar relación pues con fuentes del monte que sirvieron de suministro al pueblo y al castillo, así como a este antiguo lavadero, que que haría al lado de un lugar tan accesible como esta que fue en tiempos carretera principal entre el centro y costa asturiana con la meseta


Y es que hay otro lavadero, más pequeño y más antiguo, que aún se conserva arriba, en las casas del viejo camino de la capilla


En El Padrún han sido localizados también túmulos megalíticos, lo que demuestra el poblamiento de estos pasos naturales desde la Prehistoria, así como el trasiego de gentes y ganados, paso secular entre los puertos de la montaña (puertos secos se escribía antaño), los valles interiores y los puertos de la costa cantábrica (puertos húmedos en la documentación de época)


La mayor parte de las casas se concentran de aquí hacia el norte, justo al final del tramo llano de la carretera y antes de las formidables curvas e intrincadas revueltas de la bajada a Olloniego, en la vertiente ovetense del valle del Nalón


Sorprende abajo la enorme planicie de la escombrera de Pumardongo por su tamaño, gran explanada ante las montañas y sobre el valle. Aquí venían las cenizas de la térmica que no se podían vender, así como los estériles del lavadero El Batán. En la actualidad se han aplicado diversas actuaciones para recuperar ambiental y paisajísticamente este pumar dominicus, 'manzano del señor', explica etimológicamente García Arias


Llegamos a las últimas casas de Mieres en El Padrún, pues las del fondo ya pertenecen a la parte del pueblo que se encuentra en términos de la parroquia ovetense de Olloniego, o al menos eso se ve en el mapa del Instituto Geográfico Nacional (IGN) y así nos cuenta el erudito Adolfo Casaprima Collera en su Diccionario geográfico del concejo de Oviedo:
"PADRÚN, EL: Lugar que se encuentra a 12,4 km de Oviedo. Se accede por la carretera regional AS-242 (ahora AS-357), a cuyos lados se sitúa el caserío. El núcleo primigenio de la aldea se halla una vez pasado el alto del monte (se refiere viniendo de Oviedo), en la parroquia de Baíña, concejo ya de Mieres. La construcción de la carretera, antigua nacional a Castilla, convirtió El Padrún en estratégico lugar de paso, favoreciendo así un crecimiento del caserío que traspasó la frontera del alto (381 m) para descender por la vertiente ovetense del monte, donde se construyeron también viviendas y casas que, aún perteneciendo a El Padrún, deben ser consideradas ovetenses, pues geográficamente así se ubican..."

Y en medio de esta fila de casas de la izquierda, aún en Mieres, tenemos la sidrería de Casa Ángel, con su acogedora terraza, uno de los lugares de parada para muchos peregrinos tras las subidas y curvas desde La Peña y La Rebollá, lugar emblemático que forma parte de la historia del Camino, al ser uno de los históricos chigres-tienda que tanto abundaban antaño en los pueblos


Un mojón de cuando era esta la antigua N-630 nos indica la distancia a Oviedo/Uviéu por la misma: 14 km, entendemos que a su centro urbano


Atraviesa El Padrún uno de los pocos tramos rectos de la carretera que, entre las casas, de traza entre lo urbano y lo rural varias de ellas, hace, o hacía, un poco las veces de 'calle mayor' cuando era continuo trasiego de gentes y mercancías


A la derecha, sale a la carretera el camino de la capilla. Seguimos en en concejo de Mieres, pero las casas del final, así como el cerro que hay detrás de ellas, son ovetenses


Señales que advierten a los automovilistas que están en un trazado del Camino de Santiago y han de estar pendientes del paso de peregrinos


A la derecha hay una espléndida quinta con arbolados jardines, es actualmente la Residencia Padrún


Llama la atención su gran galería-mirador que sobresale, balconada, por toda su planta alta. A la izquierda, la última casa del concejo de Mieres


Hasta aquí llegaba antaño además El Conceyón, que se extendía "de Arbas a El Padrún", el antiguo concejo de Lena/L.lena, del que Mieres se independizó en 1836


Y aquí las primeras casas ovetenses, también en El Padrún pero estadísticamente vinculadas al núcleo de El Ventanín, nos dice Casaprima Collera, cuyo "topónimo indica el carácter de puerta o paso que supone el lugar para acceder a Oviedo desde Mieres o para pasar el puerto del Padrún de camino a Castilla"


Tras coronar el Alto'l Padrún (385 m), pasamos frente a la sidrería La Casona del Padrún, cuya situación fronteriza destacaba A. Arce para el periódico El Comercio del 13-6-2021, donde se nos cuentas algunas curiosidades similares a tantos lugares limítrofes, estas agravadas en el tiempo del año de la pandemia:
"Félix Luis Sánchez, propietario de la Casona del Padrún, una conocida sidrería de la zona, cruza de concejo a concejo con cada servicio a la terraza. «Es gracioso y extraño, pero ya estamos más que acostumbrados, dentro del bar están en Oviedo, pero una vez fuera ya es Mieres», explica el hostelero.
En cuestión de tributos municipales, la Casona del Padrún depende de Mieres y, «lejos de las bromas clásicas, aquí se lleva con total normalidad». Sin embargo, fue durante el segundo estado de alarma cuando hubo más dudas. En materia de cierres perimetrales y restricciones específicas «acatábamos las normas que afectaban a Mieres, pero sí es cierto que nuestros clientes no sabían muy bien si podían entrar o no en el bar», señala el propietario."

La siguiente casa es El Llariegu, frente a la que la carretera realiza la primera de sus curvas en bajada


Esta señal es también para los automovilistas, para indicarles por donde puede que vean cruzar a los peregrinos y es que, justo antes de las primeras casas de El Ventanín, será donde dejaremos esta carretera para tomar un camino que sale a la derecha


Es el camino que baja hacia Casares, cuyo "topónimo refiere los límites de una antigua granja o villae romana", dice Adolfo Casaprima Collera, comunicada por un tramo de la antigua vía medieval y romana que no fue ocupada, a partir del siglo XVIII, por la Carretera de Castilla. 


Es la ruta a Olloniego, cabeza de la parroquia ovetense de este nombre: dejamos la Cuenca del Caudal y vamos a la Cuenca del Nalón, viendo a lo lejos La Mortera y otras aldeas bajo El Picu Castiellu (391), solar del célebre Castillo de Tudela, del que sí se conservan algunos restos, otra de las fortalezas del control de los caminos y del territorio, otro de los baluartes de las luchas del conde Gonzalo Peláez (s. XI-XII) y de las del también conde Gonzalo Peláez de Coalla (s. XIII-XIV), dos personas distintas pero cuyos nombres, título aristocrático, afanes político-guerreros y teatros de operaciones les han hecho coincidir en las páginas de la historia del Camino...



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